La presidenta de Castilla-La Mancha, Dolores Cospedal, anunció el lunes en Guadalajara, en su intervención en el Foro que el diario nacional La Razón organizó en el Hotel Tryp sobre el “Presente y futuro de Castilla-La Mancha”, que en unos días volverá por aquí, no sólo porque está ya en pre-campaña electoral de manera evidente, sino porque se va a hacer oficial que el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento de la capital han llegado a un acuerdo de permuta de parcelas por el que el edificio del antiguo colegio de “Las Cristinas” va a pasar a ser propiedad municipal e, inmediatamente después, ser cedido a la Junta para que en él se instale el inmueble principal del nuevo campus de la Universidad de Alcalá en la capital alcarreña.
No estoy de acuerdo con la presidenta regional en que Guadalajara, capital y provincia, hayan sido “bien tratadas y cuidadas” por su gobierno, algo que afirmó en el mismo foro, pero sí aplaudo, y además con entusiasmo, que se estrechen aún más los lazos de esta ciudad y esta provincia con su Universidad natural y racional, que es la de Alcalá, y que su nuevo campus se ubique en el centro de la urbe, contribuyendo a que sea “una ciudad universitaria y no sólo una ciudad con universidad”, frase que oí por primera vez al actual alcalde, Antonio Román, cuando ambos compartíamos responsabilidades de dirección y portavocía en el Grupo Popular en el Ayuntamiento de Guadalajara. Estábamos entonces en la oposición al gobierno municipal que encabezó el socialista Jesús Alique (2003-2007), gracias a un pacto con IU, y que los ciudadanos reprobaron en las urnas en las elecciones locales de 2007, de manera absolutamente contundente. Esa frase de Román subrayaba y definía perfectamente la posición que habíamos fijado en el Grupo Popular de apoyo crítico al proyecto de nuevo campus universitario que se pretendía ubicar en el Polígono del Ruiseñor, localizado en el extrarradio de la ciudad, en zona de vega, al otro lado del río y de la vía del ferrocarril, y casi más cerca de Marchamalo y de Cabanillas que de Guadalajara.
En el Grupo del que entonces era viceportavoz, siempre preferimos que ese campus se desarrollara en el casco urbano, proponiendo tres opciones para su ubicación: el entorno que ahora se ha elegido, en el que ya estaba la entonces recientemente reformada y ampliada Escuela de Magisterio, el de Adoratrices-Fuente de la Niña o el Fuerte; pero, aunque desde el primer momento tuvimos serias dudas sobre la viabilidad económica del proyecto de campus en el Ruiseñor, decidimos apoyarlo porque no se nos daba ninguna alternativa y, sobre todo, por puro posibilismo pues queríamos que no se perdiera la que se nos “vendió” como única oportunidad de ampliar el campus de Alcalá en Guadalajara y, por ende, de reforzar la vinculación de esa Universidad con nuestra ciudad. Finalmente, aunque se iniciaron, pero no terminaron, las obras de urbanización del sector del Ruiseñor, el proyecto de Campus y Parque Científico y Tecnológico que llevaba anexo ni siquiera se empezó, sencillamente porque, aunque naciera con la mejor intención –hay quien dice que también con algún contubernio de intereses entre promotores, empresarios y la administración regional de Barreda, muñido en restaurantes y despachos de Toledo y Madrid-, no era económicamente sostenible ni viable, menos aún en los tiempos ya de inminente crisis en que se intentó gestar, por lo que jamás pasó de ser una maqueta y una virtualidad, rodeada de mucha propaganda y cohetería, eso sí.
Que el nuevo campus de la Universidad de Alcalá se vaya a establecer finalmente en el casco urbano de la ciudad es una buena noticia para la universidad y para Guadalajara. Para la universidad, porque se va a imbricar e integrar aún más en la vida cotidiana de la ciudad y va a ser una figura relevante de su paisaje urbano y, para Guadalajara, porque la universidad va a contribuir a dinamizar social y económicamente su zona centro, especialmente la parte baja de la misma, que lleva ya varias décadas languideciendo, que entre casi todos la hemos ido matando y que, cuando casi nos resignábamos a que se muriera ella sola, ahora tiene una nueva oportunidad de revitalizarse gracias a la universidad y a los universitarios. Es deseable que los empresarios y los emprendedores locales estén atentos a esas nuevas oportunidades de negocio que van a surgir en torno al nuevo campus universitario que, espero, no sólo se limite a expandirse con el edificio de las Cristinas, sino también a algunos de los demás edificios y/o parcelas de la zona (Archivo Histórico Militar, Colegio Pedro Sanz Vázquez, IES Brianda de Mendoza, antiguo Hospital Provincial, antiguo Cuartel de San Carlos, incluso el Alcázar, etc.) que podrían adaptar sus actuales usos a universitarios. Cuanto más suelo universitario haya en Guadalajara, mejor, porque eso será sinónimo de mayor y más diversa oferta de estudios y, por tanto, de capacidad de acogida.
En todo caso, repito que yo voto por el centro; en él está la virtud, aunque no todos los que están en él sean precisamente virtuosos. ¡Con esos, al extrarradio; o sea, fuera y muy lejos!