Mucho y pronto tienen que cambiar las cosas para que este año se celebre la tradicional Feria del Libro en Guadalajara (España) –me veo obligado a matizar que se trata de nuestra Guadalajara porque una de las más importantes ferias del libro internacionales es la de la Guadalajara mejicana– que, desde hace ya muchos años, se venía celebrando, en el mes de mayo, en distintos emplazamientos de la ciudad: la plaza del Jardinillo, el parque de la Concordia y la Plaza Mayor, si mal no recuerdo. El equipo de gobierno del Ayuntamiento quiere que, como el año pasado, la Feria se celebre en la plaza Mayor –o en la del Jardinillo- porque considera que es una forma de dinamizar el casco histórico de la ciudad, tan decaído desde hace ya mucho tiempo, mientras que los libreros prefieren celebrarla en la Concordia porque estiman que es un emplazamiento mucho mejor para sus intereses comerciales que la plaza del Ayuntamiento, donde el año pasado, según ellos, aminoraron notablemente sus ventas e, incluso, el propio ambiente de la Feria.
Las posiciones están muy encontradas porque el Ayuntamiento sólo asume organizar la feria si se celebra en las plazas Mayor o del Jardinillo, si bien ofrece a los libreros la opción de que la organicen ellos mismos si quieren ubicarla en la Concordia, debiendo asumir en ese caso los importantes costes que supone esa organización, especialmente el alquiler y el montaje de los stands. Los libreros ya han afirmado que no van a asumir directamente la organización por no tener ni tiempo ni medios, por lo que, como decía al principio, mucho me temo que este año no va a haber Feria del Libro en la Guadalajara castellana, muchísimo más humilde que la de la Guadalajara tapatía, pero que siempre ha sido un lugar de encuentro cordial de los libreros con los aficionados a la lectura y los compradores de libros al romper la primavera, algo especialmente notorio en un parque y más si ese parque tiene más de 150 años de historia y es tan emblemático para la ciudad como La Concordia.
Me consta que Antonio Román y su equipo de gobierno están fuertemente comprometidos en el empeño de revitalizar el casco histórico, aunque hasta ahora los resultados sean más visibles en el remozado aspecto que presenta la zona, tras las sucesivas e importantes obras de reforma que últimamente se han llevado a cabo en ella, que por el resurgimiento de su comercio que, más bien, continúa en regresión, una dinámica en la que ya lleva más de treinta años, y no por uno, sino por diferentes motivos: peatonalización de la calle Mayor y dificultad de acceso a ella tanto en trasporte privado como público, anquilosamiento y falta de competitividad del comercio de la zona, revisión al alza de las rentas de antiguo, despoblamiento, desplazamiento de la centralidad de la ciudad hacia la plaza de Santo Domingo, fuerte competencia de las grandes superficies comerciales, acusado decaimiento del Mercado de Abastos, … Y ese empeño de impulsar la vida urbana y comercial en el entorno de las calles Mayor, Fluiters y aledañas es loable, y así lo he loado en numerosas ocasiones, la última hace bien poquito, exactamente cuando se firmó el acuerdo por el que el nuevo Campus universitario de la ciudad se va a ubicar en el antiguo colegio de Las Cristinas (http://guadalajaradiario.es/blogs/jesusorea/2015/03/08/mejor-el-centro). Ahora bien, tratar de dinamizar el centro histórico no debe ser una escusa para desequilibrar un conflicto de intereses privado, como es el forzar a los libreros de la ciudad a celebrar en la plaza Mayor la Feria del Libro para que el comercio de la zona se beneficie de ello, cuando los que salen perjudicados por esa decisión son los propios libreros. Además, el comercio de la calle Mayor también debe espabilar y ser mucho más competitivo y estar mucho más comprometido con sus propios intereses de lo que lo ha estado hasta ahora. Baste un dato: en navidades, el Mercadillo navideño se trasladó a la plaza Mayor cuando antes se celebraba también en la Concordia; pues bien, en víspera de Reyes, la mayor parte del comercio de la zona estaba cerrado a las ocho de la tarde y sólo se podía comprar en algún comercio aislado o en el propio Mercadillo.
Llevar la Feria del Libro o la de Artesanía –puede que este año también haya conflicto con los artesanos por el mismo motivo que con los libreros- o el Mercadillo navideño a la Plaza Mayor sólo puede contribuir mínimamente a dinamizar el centro histórico, pero la verdadera revitalización del mismo no pasa por este tipo de medidas puntuales y hasta coyunturales, sino que son precisas medidas estructurales, infraestructurales y normativas para que el casco histórico de la ciudad vuelva a la centralidad urbana y comercial que tuvo. Las obras de reforma que se han hecho en muchas calles y plazas de la zona desde que Román es alcalde y las que hay previstas –parece que por fin le va a tocar pronto a la Plaza del Concejo- van en esa buena dirección, pero deberán ir también acompañadas de medidas para que la gente vuelva a vivir o a comprar y a pasear allí, lo que no ocurrirá si el precio o el alquiler de las viviendas no es asequible y el comercio no es realmente atractivo y competitivo.
Pido concordia entre Ayuntamiento y libreros.