Cuando escribo esta entrada es el “cyber monday”, recién pasado el “black friday” e inaugurada ya “Navilandia Guadalajara” pese a que aún resta un mes para que llegue el solsticio de invierno, o sea, la Navidad por lo civil que es hacia donde caminamos de forma imparable de la mano de Papá -y Mamá– Noël y del consumismo creciente, como la fase lunar que sigue a la nueva. Antes, la Navidad comenzaba en El Cortes Inglés, pero como aquí ya solo queda de él su outlet de baratillo, ahora se inicia en la Concordia y en el pasillo verde que ésta forma con los parques de San Roque y Adoratrices. La Fuente de la Niña queda más lejos y se ha librado, al menos de momento, de feriar. De un tiempo a esta parte, Guadalajara es una feria, como cantaba Gracia Montes. Acabaron las ferias de septiembre y, sin solución de continuidad, llegó a la Concordia la “Fiesta de la cerveza”, un tirando a cutre remedo de la Oktoberfest bávara y, poco después de terminar ésta, vino también al parque de los parques guadalajareños “La fiesta del marisco”, una tournee comercial como la de la cerveza, también pobretona como ella y que dejó junto al emblemático kiosco de música una olisma a centollo cocido que solo se fue cuando llegaron las lluvias de noviembre. En los parques históricos de Guadalajara últimamente se plantan más cuadros eléctricos, grupos electrógenos, cables, luces y atracciones de feria que árboles y los pájaros están hasta el buche de sirenas, lucerío, músicas de ambiente a todo trapo, olor a churro y salchipapas. Entiendo que una ciudad del tamaño de Guadalajara necesita ofertas periódicas de ocio que la dinamicen y den opciones de disfrute a sus ciudadanos, especialmente los más pequeños, pero no a costa de invadir los parques por tierra, mar y aire. No es sostenible este modelo de feria tras feria que nos estamos dando en nuestros mejores y más antiguos parques. Hay que darle una vuelta al asunto para compatibilizar ocio y disfrute con unas zonas verdes debidamente conservadas y no invadidas periódicamente y de forma tan agresiva. En el próximo mandato municipal este es un tema pendiente de abordar junto con una actualización profunda de la ya obsoleta “Ordenanza de uso de los parques y jardines de la ciudad de Guadalajara” que data de 1985, la más antigua de las normativas municipales vigentes. Poco tiene que ver la extensión y calidad de las zonas verdes que había en la ciudad hace casi 40 años con la actual y los estándares y sensibilidades de conservación y protección medioambientales también han variado sustancialmente en este tiempo, mientras la norma ha permanecido petrificada. Cuanto más pintemos en verde la ciudad, menos gris será.
Volviendo al principio de la entrada, como nos descuidemos un poco más de lo que ya lo venimos haciendo, no tardando mucho el “Espanglish” no va a ser el medio inglés y medio español, espurios y tuneados los dos idiomas, que hablan los hispanos en Norteamérica, sino la lengua común de los hispanohablantes de todo el mundo. Entre el cine, la televisión, la radio, las redes sociales, el imperialismo cultural USA y la expansión y potencia comercial de las empresas nativas o adoptivas en inglés, dentro de poco la RAE va a dejar de dar esplendor a la lengua española para conformarse con limpiar y fijar anglicismos en ella. Empezamos noviembre con Halloween, la tradicional noche de Todos los Santos que los americanos capitalizaron y maquillaron con sus trucos y sus tratos, y lo vamos a acabar con el “cyber monday”, o sea el “lunes cibernético”, que ha sucedido al “viernes negro” –“black friday”-, y que han coincidido en el tiempo con la llegada de “la tierra de la Navidad”, que eso es lo que significa “Navilandia”, como “Disneylandia” es la “tierra de Disney”. El común denominador de los mensajes de tanto nombrecito en inglés puro o en “Espanglish” es: “¡Consuma usted mucho, todo lo que pueda y, lo que no, se financia; pero corra, vaya, ferie y compre, no se quede usted atrás!”. Comprar chollos en el viernes negro o en el lunes cibernético, aunque sean más negros que chollos porque antes de rebajarlos los han subido o son puras y duras limpiezas de almacén, ya es un clásico de finales de noviembre y el pistoletazo de salida de las Navidades, que cada vez miran menos a Belén y más a Amazon. “Consumilandia” terminarán llamándose en “Espanglish” y, en inglés, ”Tradeland” o algo parecido.
Ya es “Navilandia” en la Concordia y el mirlo “Piconaranja”, la paloma “Luna lunera” y el gorrión “Tino”, que son los alados amigos de mi pequeño Darío, están a punto de visitar al psiquiatra, como los pájaros de Madrid. Pongamos que hablo de la canción de Joaquín Sabina, el extraordinario poeta y cantautor de la voz y la bandera rota.