Archive for enero, 2023

De fiesta

               En el más crudo invierno, que suele devenir en enero, pese a la dura climatología propia de la época tiene lugar uno de los ciclos más relevantes e intensos del calendario festivo provincial, ancho, largo y alto donde los haya. Aunque pueda resultar una paradoja la circunstancia de que se festeje más cuando el tempero, teóricamente, menos favorece la celebración de la fiesta, en realidad tiene todo el sentido del mundo pues el hecho festivo siempre ha estado condicionado en el medio rural por los propios ciclos de la tierra, con minúscula y con mayúscula, y, por tanto, también del sol y de la luna. Enero es tiempo de escasa actividad agraria y, por ello, de espera y momentos para el ocio, si bien también lo es de siembra de algunas hortalizas y verduras, siendo el último mes para la tardía de avena, cebada y trigo. Trabajo y fiesta es una dualidad que parece alternativa y excluyente, pero en el fondo son dos caras de la misma moneda y una y otra se necesitan , complementan y alternan. A este respecto, en algún sitio que ahora no recuerdo he leído la afirmación de que el hombre es el único animal festejante. Abundando en ello, Helmuth Plessner dice que “el hombre es el único ser capaz de vivir su vida -la cotidianidad- y capaz de distanciarse de ella -la fiesta-“, mientras que Marquard sostiene que “el hombre necesita de la fiesta, pero al lado de lo cotidiano”.

               Tras esta conveniente introducción, vuelvo a subrayar que la provincia de Guadalajara está viviendo en enero su gran ciclo festivo de invierno que, no por casualidad, se prolongará hasta febrero, cuando llegará a su punto álgido y final con el carnaval -días de mucho y vísperas de poco- que antecede a la cuaresma, etapa en la que la fiesta cesará, no casual sino causalmente, porque con ella llegaremos a un tiempo doliente y nada festejante como es el previo y preparativo de la Semana Santa. Por ello, marzo es tan poco festero. La fiesta no es partidaria de los corredores de la muerte.

               Enero, en Guadalajara, es tiempo de botargas, nuestras particulares mascaradas de invierno que, aunque ahora viven un momento de impulso y recuperación, estuvieron a punto de desaparecer en el siglo XX por las sucesivas crisis agrarias y las consecuentes despoblaciones del medio rural, pero también por un hecho negativo de moda cultural que devino a finales del XIX y se prolongó bien entrado el siglo pasado. Un caso paradigmático de ello que bien conozco es el de Taracena, cuyas botargas salían el día de San Ildefonso -23 de enero-, iniciándose en esa fecha las ferias y fiestas de invierno de este hoy barrio de la capital que se completaban con dos días de celebración más: La Paz -el día 24- y la llamada “Paz chiquita” -el día 25-. En el año 1901, el entonces alcalde de Taracena decidió suprimir la salida de las botargas “porque si bien representaban la tradición, patentizaban de un modo claro y evidente un atraso grandísimo con relación a la cultura actual de los pueblos”, como se recoge en el periódico “Flores y Abejas”, en su edición del 27 de enero de 1901. Este hecho, documentado y contrastado, es muy representativo de lo que ocurrió con otras muchas botargas y enmascarados de la provincia que fueron desapareciendo en aquel tiempo y en el que le siguió porque, si ahora estamos en un ciclo en el que la cultura tradicional, tanto material como inmaterial, se está poniendo cada día más en valor, entonces esa moda cultural a la que me refería iba en el sentido justamente contrario. En las últimas décadas del siglo XIX y en las primeras del XX -después también en el desarrollismo de los 60, 70 y aún 80-, lo tradicional y lo antiguo no eran valores estimados precisamente por la pátina que les había aportado el tiempo, sino, bien al contrario, tenían la consideración de viejo, de anticuado, de rancio, de concepto, cosa o trasto inútil, y se contraponían con las corrientes y vanguardias modernistas que comenzaban a surgir. Esas modas de modernidad, radicalmente concebidas y aplicadas en no pocos casos y contrapuestas y enfrentadas con lo antiguo y lo tradicional, no solo se llevaron por delante numerosos y valiosos elementos culturales tradicionales, materiales e inmateriales, también conllevaron la demolición de bastantes monumentos de valor histórico-artístico y otras construcciones estimables pero “viejas” -la propia Guadalajara es, lamentablemente, un ejemplo proverbial de ello-, para ser sustituidos por impersonales edificios supuestamente más útiles y racionalistas. También alteraron el urbanismo, en aras de una supuesta modernidad que no pocas veces fue una patente de corso para practicar el derribo y el expolio, cuando no la especulación. Pedro José Pradillo y José Antonio Alonso han hablado de ello recientemente en sendas conferencias -el segundo centrándose en las botargas-, cada uno con su tono personal, uno más contundente y otro más comedido, pero ambos coincidiendo e incidiendo en denunciar y lamentar la pérdida patrimonial sufrida en la provincia, tanto en el ámbito histórico-artístico como en el etnográfico y, dentro de este, en la cultura material y la inmaterial.

               Precisamente, Alonso, el gran cantautor y notable etnólogo que está en un punto de madurez como investigador y divulgador realmente fértil, grabó hace ya 33 años el disco en vinilo cuya carátula acompaña este artículo, titulado “De fiesta”, en el que se recogen siete temas, dos de ellos compuestos por él mismo pero inspirados en la música tradicional: “En un día de abril” -una preciosa tonada plena de poesía, melancolía y color- y “De fiesta”, un popurrí de canciones tradicionales hiladas por letras del propio José Antonio que nos llevan de uno a otro festejo en orden cronológico. Comienza así: “En enero, compañero, deberás considerar que ha salido la botarga, no te dejes alcanzar…”. Afortunadamente, casi una treintena de botargas y otros enmascarados tradicionales han salido ya o van a salir entre enero y febrero en la provincia, cuando hace apenas cuatro décadas salían poco más de la decena. Corren, pues, aires bien distintos -fríos también pero más luminosos- a aquellos en los que el alcalde de Taracena decidió suprimir por “atrasadas” las botargas -felizmente recuperadas en 2017, aunque ahora con un solo enmascarado-. Un hecho que evidencia lo dicho es que está en marcha el proyecto de “La ruta de las botargas”, del que ya hablamos con detalle el año pasado, y hasta hay en camino una posible declaración de patrimonio cultural inmaterial por parte de la UNESCO para las botargas guadalajareñas junto con otras mascaradas de este ciclo en el sur de Europa en general y en España en particular. Si en el carnaval las máscaras ocultan, en las botargas representan. Además, son nuestras señas de identidad tradicionales más representativas, que, lejos de atraso, evidencian futuro porque, como decía Malraux, “la tradición no se hereda, se conquista”. Y el futuro jamás se hereda, siempre hay que conquistarlo.

CODA

En mi anterior post hablé de que el PP ya estaba tardando en designar a su candidato -o candidata- a la alcaldía de Guadalajara. Finalmente, casi ya con el “control” político de lo razonable cerrado, la elegida ha sido Ana Guarinos, siendo ella, probablemente, la primera sorprendida. Es una mujer muy trabajadora y solo vive de la política y para la política desde hace 24 años. El 28 de mayo veremos si el PP ha acertado con esta designación y si ella acierta con la lista, el programa, si conecta con el electorado y si las circunstancias políticas nacionales le favorecen. Alfonso Esteban irá de dos, comienza acertando.

El kilométrico dubitativo

                Quedan menos de cinco meses para la celebración de las elecciones municipales y autonómicas, fijadas para el 28 de mayo, y, si no recuerdo mal, es la primera vez desde la restauración del sistema democrático vigente que, a estas alturas, el Partido Popular aún no ha designado su candidato –o candidata- para la alcaldía de la capital de la provincia. En pueblos medianos y pequeños es una práctica frecuente que no se conozcan muchos candidatos hasta que el total de las candidaturas se publican en el Boletín Oficial de la Provincia, como exige la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), apenas unas semanas antes de la celebración de los comicios, pero no es usual que las candidaturas a grandes municipios y capitales de provincia se conozcan con menos de cinco meses de antelación como va a ser el caso de la del PP para Guadalajara. Los tiempos en la política gallego-andaluza, con un punto madrileño, que se practica en Génova 13 desde que Feijóo es su máximo jerarca, “son inescrutables como los caminos del Señor” (Romanos 11:33-36). Si es estratégico y, por ende, calculado el hecho de que todavía no se conozca quién encabezará la lista de los populares para la alcaldía de la capital, habrá que ver después su resultado táctico, pero mucho me temo que, más que de una estrategia, se trate de un problema de duda que hace tiempo superó la fase de razonable para ya habitar en lo incomprensible. “Duda cuanto quieras, pero no dejes de actuar” es una soberbia frase de Buero Vallejo que forma parte del libreto de una de sus obras más conocidas y de referencia, “La Fundación”, escrita en 1973 y estrenada un año más tarde, cuando Franco ya estaba en las penúltimas. No estaría mal que esa frase presidiera los despachos de cuantos nos gobiernan o nos quieran gobernar porque la duda razonable siempre tiene plazo de caducidad y una de las virtudes del mejor político es que no llegue nunca ese momento sin haber tomado la mejor decisión posible, aún a riesgo de equivocarse.

                Por lo que ya sabía cuando milité durante unos años en el PP hasta que me di cuenta de que un “marxista” como yo no pintaba nada en ese ni en ningún partido –marxista de Groucho, no de Karl, por aquello que dijo de que “jamás pertenecería a un club que me aceptara como socio”; sustituyan partido por club y militante por socio y darán con mi caso-, por lo que he leído en artículos de periodistas generalmente bien informados, por lo que me han contado fuentes solventes y por lo que intuyo, “Guadalajara”, “Toledo” y “Madrid” no se han puesto aún de acuerdo en la persona que debe encabezar la lista a la alcaldía de la capital. Candidatos -y candidatas- tienen de sobra, es evidente, pero aún tienen más dudas que opciones lo que a estas alturas no es comprensible, es más bien preocupante y, lo que es peor para sus intereses, puede ser perjudicial pues a quien vaya a serlo finalmente se le va a hurtar muchísimo tiempo para proyectarse y dar a conocer, elaborar un potente programa electoral y conformar un buen equipo. Fue el mismísimo Feijóo quien dijo en un acto público celebrado en la propia Guadalajara que el candidato -o candidata- de su partido a la alcaldía sería el que decidieran de común acuerdo los responsables provinciales y regionales y que Génova solo intervendría en el caso de que éstos no propusieran el mismo nombre. Si esto es verdad, que no dudo que lo sea, el problema de que Guadalajara aún no tenga candidato –o candidata- popular parece radicar en que “Toledo” y “Guadalajara”, es decir, Paco Núñez y Lucas Castillo, aún no se han puesto de acuerdo. Llegados a este punto, voy a entrar en el terreno de la especulación, pero estoy seguro de que lo que voy a decir no está muy lejos de ser lo que realmente ha sucedido y aún sucede. El presidente provincial del PP y actual alcalde de Yunquera, Lucas Castillo, quiere revalidar su alcaldía porque lo que más quiere y le importa es su pueblo, algo que le honra, y, en todo caso y dependiendo de los resultados electorales provinciales, podría postularse después como candidato a la presidencia de la Diputación o, de no posibilitarlo la matemática electoral, ser el portavoz de su partido en ella. Por otra parte, su número dos y secretario provincial desde el último congreso provincial del PP, Alfonso Esteban, es actualmente el portavoz de los populares en la Diputación por lo que, lógicamente, debe ceder su posición a Lucas. Esteban fue un gran concejal de personal y economía y hacienda en las alcaldías de Román, conoce por tanto muy bien los dos principales ejes de funcionamiento del ayuntamiento capitalino y puede y quiere ser el candidato a la alcaldía. A estas circunstancias ya de por sí favorables cabe añadir las de que es un político aún joven pero ya maduro, muy preparado, afable, dialogante y elocuente, virtudes que no es fácil encontrar juntas en una misma persona. Por jerarquía, currículum y todo lo ya apuntado, Alfonso Esteban podría llevar ya mucho tiempo proclamado como candidato porque, lógicamente, cuenta con el apoyo de Lucas Castillo puesto que solo faltaría que no fuera así cuando él mismo lo eligió como su número dos. ¿Cuál es entonces el problema? Evidentemente, Paco Núñez tiene dudas, no porque no le parezca que Esteban podría ser un buen candidato, sino porque se ha intoxicado o, mejor, le han intoxicado, con otras opciones, algunas de ellas mirlos blancos y otras, cantos de sirenas. Utilizo la expresión “intoxicado” porque el presidente regional del PP, que viene mucho por aquí pero solo de visita, es evidente que no conoce en profundidad a muchas de las personas que ha barajado o está barajando como opción y su potencialidad como candidatos y, sobre todo, después como posibles alcaldes, y, por tanto, sus análisis sobre ellas son superficiales, de trazo grueso y, en muchos casos, influenciados por intereses de parte. Parece ser que Núñez apostaba, inicialmente, por un reputado médico sin experiencia política y muy activo en redes sociales que le dijo que no, pero le propuso a un amigo. ¡Manda huevos! como dijo Trillo. También dudó con otros nombres que, por distintas causas, se alejaban de la idoneidad. A ambas circunstancias podemos unir el hecho de que hay más de un PP en Guadalajara, pese a que cuenta con su número de militancia más baja y desmovilizada, y también añadir que alguien ha caído a última hora que los populares tienen tres hombres y solo una mujer para las candidaturas ya confirmadas a las otras cuatro capitales de provincia de la región y que sería conveniente dejarlo en, al menos, 3-2. Por argumento de tan poco calado parece que lo que ahora se busca es una candidata. O sea que el sexo de los candidatos del PP de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo puede condicionar el de Guadalajara. Lo dicho: ¡manda…! Paco Núñez, ya conocido en Génova por el apodo de “el kilométrico” porque es un viajero impenitente y aspirante, supongo que sin pretenderlo, al don divino de la ubicuidad, se desplaza mucho pero a veces no llega a ninguna parte o lo hace tarde y, no pocas, mal. Pues él mismo y sus mecanismos porque el PP, con estas tribulaciones y dudas, puede estar perdiendo sus opciones a recuperar la alcaldía de la capital, aunque sea con la “muleta” de Vox que, por cierto, ha elegido a una excelente persona, Javier Toquero, como candidato. Las encuestas están muy ajustadas y, cualquier error, puede decantar la alcaldía hacia un lado u otro. Y no hay mayor error que dudar mucho más de lo razonable y debilitar con esa duda a quien finalmente sea designado candidato -o candidata-. Parece que esa designación llegará muy pronto, pero es posible que ya tarde.

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