La movida (alcarreña) se mueve

                La sociedad civil de Guadalajara —esa parte de nosotros que se mueve sin que toquen el silbato ni lo ordenen las instituciones públicas—, apática y diluida habitualmente, de vez en cuando se despereza y es capaz de sorprendernos con la organización de actividades socio-culturales de calidad, bien medidas y, por oportunas, necesarias. Todo lo que es oportuno es necesario, aunque si no se hace, no pasa nada. Nunca pasa nada, hasta que pasa.

                De la mismísima sociedad civil, a través de la asociación “Quadrophenia” —¡Qué nombre más total!, el de la mítica ópera rock de The Who, producida en 1973, que a través de la mejor de las músicas de aquel tiempo, feroz y feraz, nos contaba las historias de Jimmy, un joven con problemas en medio de “mods” y de “rockers”; o sea, sencillamente un joven— ha partido la buena y oportuna idea de organizar un amplio programa de actividades para recordar los tiempos de “La movida alcarreña” que, haberla, húbola. La más conocida de las movidas fue la madrileña, aquel ya mítico movimiento musical que, sobre todo, bebió en las fuentes de la “new wave”, la nueva ola, y el punk ingleses; aquella, popera, “mod” y formalita, éste, rockero y transgresor. El inicio de la movida madrileña tuvo lugar a finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo XX, tan cerca y cada vez más lejos al mismo tiempo. El final del franquismo y la transición democrática que entonces estaba en su punto más álgido y con todas sus inquietudes y anhelos de libertad sin ira, en esperanza y en concordia que conllevó, fue el caldo de cultivo ideal para este movimiento contracultural que no solo afectó al mundo de la música, sino que también influyó, y de forma evidente, en otros campos artísticos y creativos como el cine, la fotografía, el comic, etc. Eso sí, la música fue la fachada de la movida y la locomotora que tiró de aquel tren de modernidad. Estos son algunos de los nombres propios de aquella movida madrileña que también tuvo una sucursal alcarreña, como más adelante veremos: Kaka de Luxe —del que luego surgieron otras formaciones como Alaska y los Pegamoides—, y otros grupos pioneros como Radio Futura, Nacha Pop, Los Secretos, Paraíso o Mermelada, por citar solo algunos de los principales referentes pues la lista podría extenderse mucho más.

Cartel del Festival con el que arrancó la «Movida alcarreña»

                Como decía al principio, para recordar y evocar e, incluso, homenajear aquellos tiempos jóvenes de quienes ya peinamos canas y poner nombres propios a los protagonistas de “La movida alcarreña”, la asociación “Quadrophemia”, con Darío Bueno y Nacho Rupérez al frente de ella, ha organizado un programa de actividades en torno a ella que se iniciaron el pasado 10 de octubre con la inauguración de una exposición en el “Espacio Medarde”, en la tercera planta del Mercado de Abastos, en colaboración con la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara. El comisario de la muestra y agitador y cómplice de Darío y Nacho en el conjunto del programa de esta actividad es José de Lucas, “Luqui” o, simplemente José, el hermano pequeño que todos querríamos tener porque, además de ser un músico como la copa de un pino, es una extraordinaria persona que tiene en su cabeza y en su corazón la historia musical de Guadalajara de las últimas cuatro décadas ya largas. José, actualmente líder de “Estudio 80”, una banda que recuerda con muy buen nivel y hacer aquella música ochentera de la movida, ha pasado ya por muchos grupos y en todos ellos dejado huella, incluso en alguno, aún sigue dejándola: Scooters, Decadentes, 40 Grados, Antifaces, Daltónicos, Asunto Tornasol, La Traición, Xúcar, El nombre de la rosa, Templo, el ya citado Estudio 80, Nueva Ola, La Década Prodigiosa, Cadillac, Pistones y Mercedes Ferrer han disfrutado —y, repito, algunos siguen disfrutando— de la buena guitarra, el buen rollo y la buena gente que es José. La exposición de “La movida alcarreña” que ha comisariado la conforman fotografías, discos, carteles, instrumentos y objetos originales, muchos de ellos de su propiedad pues, como decía, es la memoria viva y activa de ese histórico tiempo musical que en Guadalajara tiene hasta fecha exacta de nacimiento. Efectivamente, si en Madrid se considera el homenaje a Canito, el batería fallecido en accidente del grupo Tos —banda de los hermanos Urquijo que después pasó a llamarse Los Secretos, ya con “nuestro” recordado Pedro A. Díaz como batería— y que tuvo lugar en la Escuela de Caminos de la Universidad Politécnica madrileña el 9 de febrero de 1980, como el punto de arranque de “La movida madrileña”, la alcarreña también tiene una fecha exacta de partida: el 18 de diciembre de 1982, cuando siete grupos locales —Loza, Antifaces, Zhenit, Shema, Scooters, Sáhara y Skaiber— tocaron en los Salesianos a beneficio de los damnificados en unas fuertes inundaciones en Levante. Aquellos músicos, y quienes les jaleamos y aplaudimos, hemos cambiado mucho, y hasta hecho mayores, incluso algunos se quedaron en el camino siendo demasiado jóvenes, pero lo que ahora llaman DANAs ya hacían estragos entonces con nombres sin acrónimos para los mismos fenómenos atmosféricos.

Cartel del programa la «Movida Alcarreña» organizado por Quadrophenia

                El programa de “La movida alcarreña” que “Quadrophenia” nos ha regalado, no comienza y termina con esta exposición que estará abierta hasta primeros de diciembre y a la que aconsejo encarecidamente ir pues no solo recrea, también enseña y hasta explica un tiempo de esta ciudad que, a veces, parece tener detenido el reloj o, peor aún, en la que casi nunca pasa nada; hasta que pasa. Como no podía ser de otra manera, la actividad la completan mesas redondas con protagonistas de aquella “Movida”: músicos, djs, dueños de bares también míticos o casi —sí, “bares, qué lugares…”—, periodistas, etc. Y actuaciones en vivo con música, muy buena música con muchos reencuentros de amigos que se unieron a través de ella y que vuelven a reunirse en su derredor, cuarenta y pico años después. Ya libres, pero lastrando el plomo del paso del tiempo (y de alguna decepción) en las alas.

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