En mi anterior entrada ya anunciaba que no tardaría en abordar el chusco (y chungo y chingado, añado hoy) asunto de la Junta de Comunidades y sus reiterados incumplimientos con el Fuerte (de San Francisco, de Guadalajara) y con la propia ciudad porque es muy fuerte, fortísimo diría yo. Pasado el largo puente de la “Inmaculada Constitución” —un sincretismo religioso y civil que solo es mera retórica porque la política actual ha llevado a la Carta Magna al pie del monte de piedad— y antes de imbuirnos en las navidades que todo lo invaden y casi todo lo opacan, incluso su sentido más profundo, no quiero dejar pasar un día más sin denunciar por enésima vez los desafueros de la Junta con este histórico recinto de la capital. Un conjunto monumental hoy semiarruinado que, como la conocida obra de Stendhal, ha vestido su larga historia entre el rojo de la casaca militar y el negro de la sotana, aunque más bien deberíamos hablar del amarronado hábito franciscano en este caso.
El último incumplimiento del gobierno regional con el Fuerte —y con Guadalajara— y que ha retrotraído a la actualidad este asunto es el anuncio de que, pese a lo públicamente comprometido en 2021 y al dinero y el tiempo invertidos en el proyecto, finalmente no se va a construir allí la sede central de la red de Bibliotecas Municipales, prevista para el antiguo y singular Taller de Forja, una joya arquitectónica de la primera tecnología industrial. Tampoco se van a habilitar en otras naves del antiguo TYCE las Escuelas Municipales que hace ya casi tres años también se anunciaron. La Junta de Page ha decidido, unilateralmente, sin contar con el ayuntamiento, que esos dos proyectos pactados entre ambas instituciones cuando las gobernaba el PSOE ya no se van a llevar a cabo porque ha dispuesto, también unilateralmente, que en el Fuerte se va a construir una “Ciudad del Cine”, aprovechando los fondos Next Generation europeos. El ayuntamiento de Guadalajara, gobernado ahora por el pacto PP+Vox, se enteró por la prensa de este cambio radical de planes que es un trágala en toda regla y, casi tres meses después de ello, solo ha recibido seis folios de la Junta en los que se explica el “proyecto” de la “Cinecittá” alcarreña. He entrecomillado lo de proyecto porque un documento de media docena de folios no pasa de resumen, de sinopsis, de recensión, de idea de tormenta aún con legañas y poco más. Aunque albergo muchas dudas, puede que sea una buena opción lo de la Ciudad del Cine en el Fuerte, pero para ello se tendrá que explicar con detalle y luces largas qué se pretende hacer, cuánto va a costar construirla y mantenerla, cómo se va a gestionar y qué ingresos va a reportar a la ciudad, con un plan de negocio serio, no unos pocos folios y seguramente escritos o sugeridos por algún interesado de parte u ocurrente con despacho oficial. O no. Recordemos que, al menos de momento, las muchas películas y series que allí se han rodado últimamente apenas han dejado unos centenares de euros en Guadalajara porque los actores y demás personal de rodaje van y vienen a Madrid en el día —y así se evitan las productoras gastos de alojamiento—, los cáterin también vienen de Madrid y aquí lo único que pagan son los 616,86 euros diarios de la ordenanza fiscal reguladora de la tasa de rodajes cinematográficos, si es que la pagan. Otra cuestión importante a tener muy en cuenta es que, si se construye esa “Ciudad del Cine”, el Fuerte dejaría de ser un complejo cultural al servicio de la ciudad para pasar a ser un lugar de uso privativo de las productoras de cine. Y desde un punto de vista histórico, los inmuebles, especialmente el taller de forja y resto de naves del antiguo TYCE y el claustro del primitivo convento franciscano, dejarían de restaurarse, poner en valor y reutilizarse para pasar a ser meros decorados de cartón piedra y quita y pon. Un parque temático, en suma, para un cogollo histórico que arranca en el siglo XIII. Y, la ciudad, a vivir otra vez de espaldas al Fuerte, como lo hizo cuando vestía de rojo y negro.
Pero el chusco, chungo y chingado asunto del Fuerte no radica únicamente en la unilateralidad, despotismo y menosprecio con los que la Junta está tratando al ayuntamiento —y a la ciudad en su conjunto— con esta última ocurrencia —hasta que no se haga público un proyecto serio, no cambiaré este término— de la “Ciudad del Cine”, lo verdaderamente indignante es el rosario de afrentas e incumplimientos que la administración regional acumula con este histórico cantón desde que a finales del siglo XX cesó en su uso militar y la propiedad revertió al ayuntamiento. La Junta, en 2004, decidió aplicar en el Fuerte un Proyecto de Singular Interés (PSI), el primero en toda la región tras aprobarse la Ley de Organización del Territorio y la Actividad Urbanística de CLM (LOTAU), que parecía sonar bien: Subasto el suelo para construir viviendas de protección pública —por cierto, 300 menos que las que tenía en su propio proyecto el ayuntamiento— y el beneficio que obtengo del aprovechamiento urbanístico lo invierto en restaurar los edificios históricos y los pongo después a disposición de la ciudad. Lo dicho, aquello parecía sonar bien, aunque ya partía del “trágala” que en el fondo comporta un PSI porque da competencia a la administración regional en un asunto y una propiedad municipales. La primera parte se cumplió: Se subastó el suelo, se comenzaron a construir las viviendas y la Junta se llevó calentito a Toledo el dinero de su “pelotazo” en Guadalajara… pero los edificios históricos, veinte años después, siguen estando ahí, aún peor que entonces porque el paso del tiempo los ha deteriorado sin que el gobierno regional los mantuviera mínimamente, como era su obligación según sentencia de hace apenas unos meses. Incluso el ayuntamiento, siendo alcalde Román, cansado de incumplimientos de la Junta, la llevó a juicio para que por fin invirtiera en los inmuebles históricos los recursos obtenidos por la venta de las parcelas del Fuerte. Los distintos tribunales competentes, y en firme el Supremo, han venido sentenciando desde 2015 que la administración regional debía invertir 20 millones de euros, unas sentencias manifiesta y reiteradamente incumplidas y que iban a comenzar a cumplirse, tímida y tardíamente, con la Biblioteca Municipal y las Escuelas Municipales que, ahora, Page ha negado a Guadalajara, más causal que casualmente cuando la ciudad no la gobierna el PSOE. Entre desacatos a la justicia y sectarismo desde el ejecutivo, lo que la Junta le está haciendo a Guadalajara con el Fuerte, no es fuerte, es fortísimo.