A pesar de que quien pone todo el dinero y la gestión integral del programa es el Servicio Público de Empleo Estatal, dependiente del Ministerio de Empleo, la presidenta de Castilla-La Mancha, Dolores de Cospedal, presentó hace unos días, públicamente y con amplio eco en los medios, el Plan de Empleo para Zonas Rurales de la región correspondiente al presente año. Este Plan va a dar empleo en 2014, durante 3 meses, a 2945 desempleados, de los cuales 1162 son de Ciudad Real, 802 de Albacete, 523 de Toledo, 439 de Cuenca y ¡19 -sí, leen bien, no es una errata-, repito, 19 de Guadalajara!
Como quien ha presentado este Plan ha sido la presidenta Cospedal y no el Presidente Rajoy o la ministra Báñez, a pesar de que, como ya ha quedado dicho, se trata de un programa estatal, en vez de dirigirme a “Madrid”, lo hago a “Toledo” y, como los cosmonautas del Apollo XIII, alerto de que “tenemos un problema”, un grave problema, diría yo, no porque no podamos alunizar, como les ocurrió a los tripulantes de la misión de la NASA a la Luna en 1970, sino porque son para alucinar en colores las cifras de distribución provincial de este Plan que pretende paliar el desempleo en zonas rurales deprimidas, como si en Guadalajara no las hubiera.
Imagino que para intentar justificar la ridícula cifra de personas que en Guadalajara se van a ver beneficiadas por este Plan y/o para que las culpas de este hecho se confundan e, incluso, recaigan en quien lo paga y gestiona, en su presentación se informó que “la distribución provincializada de los fondos la realiza el Servicio Público de Empleo Estatal, no puede ser alterada regionalmente y atiende a criterios de reparto del año 1997”. Pues, si es así, no tenemos uno, sino varios problemas y, al menos, un par de preguntas: 1/ ¿Por qué se aplica un criterio de hace 17 años en la gestión de un plan de empleo, cuando en ese dilatado período de tiempo tanto han variado los parámetros y las circunstancias del mercado laboral? 2/ ¿Por qué nos “vende” este Plan la presidenta de Castilla-La Mancha cuando no ha puesto un céntimo de euro la Junta en él y, además, su distribución no puede ser alterada regionalmente?
La respuesta a la segunda pregunta es obvia –la política es el arte de vender peines a calvos y frigoríficos a esquimales- y respecto a la primera, me cuentan quienes trabajan en el ámbito de la promoción y el fomento del empleo que la castellana-no manchega provincia de Guadalajara tiene un mercado laboral agrario muy distinto al de las cuatro provincias castellanas-sí manchegas y, por supuesto, una distribución de la población en el territorio también muy distinta, aunque haya algunas comarcas de la región, especialmente las serranías y la Alcarria conquenses, muy parecidas a las zonas rurales de Guadalajara. Efectivamente, mientras que en La Mancha hay un importante número de trabajadores agrarios por cuenta ajena, dada la amplitud de las explotaciones y las características de los cultivos en esa gran comarca, en Guadalajara la mayor parte de los trabajadores del sector primario lo son por cuenta propia, por lo que aquí el desempleo en este sector es bastante inferior al que hay en el resto de las provincias. En lo que respecta a la demografía y al territorio, es evidente que en La Mancha hay muchos menos pueblos que en Guadalajara, si bien tienen mucha más población.
Aunque el reparto de los fondos de este Plan se haya hecho en función del paro agrícola de cada localidad y deban ser contratados, preferentemente, trabajadores del Sistema Especial Agrario por cuenta ajena, que el medio rural de Guadalajara requiere planes especiales de empleo no es pedir precisamente la Luna, sino reivindicar algo que se lleva décadas reivindicando, pero como el que clama en el desierto, hasta tal punto de que hoy, la mayor parte de los pueblos de nuestro medio rural, tienen muy escasa población y, además, envejecida. Así las cosas, efectivamente, si hay poca gente en nuestros pueblos, porque se han visto obligados a emigrar, y, además, son mayores, no hace falta promover empleos en el sector primario, sino en el de servicios: geriatras, enfermeras, auxiliares de clínica, mancebos de botica, personal de compañía, artesanos del bastón y, por supuesto, empleados de pompas fúnebres.
Recuerdo, cuando se nos trató de vender el “invento” castellano-manchego a los castellano-manchegoescépticos como yo, que uno de los argumentos que sus interesados promotores esgrimían era que las cinco provincias, aunque no tuviéramos una historia, una geografía, unas instituciones y una vinculación común en el tiempo, sí teníamos unas estructuras socioeconómicas parecidas, circunstancia que iba a beneficiar a todas. ¡Mentira y gorda, y, para demostrarlo, ahí está este Plan de Empleo para Zonas Agrarias Rurales Deprimidas que prácticamente ignora a Guadalajara, la provincia de la región, junto con la de Cuenca, que, probablemente, más extensión tiene de zonas rurales deprimidas y que se sigue desangrando, poblacionalmente, año a año! Baste un dato: la comarca de Molina ha perdido más de 500 habitantes en el último año, casi un 7 por ciento de su población, ya de por sí menguada en las últimas décadas.
Definitivamente: ¡Toledo, Madrid, Bruselas: tenemos un problema y no es otro que la supervivencia del medio rural en Guadalajara!