Como ya anticipaba en mi post anterior, efectivamente, el 31 de marzo se cumplió lo preceptuado en la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) y se publicó en el BOE la convocatoria de elecciones autonómicas y locales para el 24 de mayo. Conforme al calendario salido de esa convocatoria, entre el 15 y el 20 de abril deberán presentarse las listas electorales. A pesar de la proximidad de estas fechas, mientras que el PSOE hace tiempo que ya ha hecho pública la composición de sus principales listas, especialmente la autonómica y la de la capital, el PP aún no ha desvelado ninguna de las dos, aunque imagino que no tardará en hacerlo pues no creo que se arriesgue a apurar tanto como lo hizo la UCD en las primeras elecciones municipales tras la aprobación de la Constitución de 1978, celebradas al año siguiente, cuando por tres minutos llegó su lista a la junta electoral fuera de plazo, quedando anulada su candidatura al Ayuntamiento de Guadalajara –que según todas las encuestas y previsiones, iba a barrer literalmente a las demás- y dejando paso franco al sorpresivo triunfo del PSOE en la capital, hecho que le permitió gobernar la ciudad doce años, desde 1979 a 1991.
Respecto a lo que nos puede deparar la composición de ambas listas populares cuando se desvelen, el propio alcalde y de nuevo cabeza de lista del PP por Guadalajara, Antonio Román, ha adelantado que habrá pocos cambios, algo que ya ocurrió en la anterior cita electoral y que es muy del estilo romanista, que no “romanonista”, como adjetivan a su política, insidiosamente, algunos “enemigos” suyos -o sea, de su propio partido- y algunos “rivales” -o sea, de otros partidos-. La lista autonómica del PP por Guadalajara tampoco va a deparar muchas sorpresas, aunque es muy probable que la encabece alguien distinto a Román, quien hace cuatro años fue forzado a doblar como cabeza de ambas candidaturas, algo que no será fácil que vuelva a repetirse pues ni él ni el partido están por ello. Imagino que, dada la importancia que a la circunscripción de Guadalajara le conceden de nuevo todos los analistas para inclinar el poder en Toledo hacia la izquierda o la derecha, Cospedal tratará de situar en ella, al menos en el primer puesto, a alguien con “tirón” –¿Echániz?-, si bien la presidenta de Castilla-La Mancha y del PP considera que ese “tirón” lo pone ella en las cinco provincias. Veremos.
En mi entrega anterior, analizaba los posibles resultados electorales que podrían darse en la capital y dejaba para una posterior mi visión sobre lo que podría acontecer con la Diputación Provincial y la Junta tras el 24 de mayo. Bien, pues vamos a ello, aunque he de volver a insistir en que, frente a la relativa previsibilidad de los resultados que se dieron en las elecciones autonómicas y locales de hace cuatro años, en éstas todo es mucho menos previsible, hasta el punto de que el PP podría conservar el mucho poder que ganó por aquí en 2011 –renovando holgadamente la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de la capital, recuperando la Diputación tras 12 años de gobiernos socialistas y ganando la Junta por primera vez, especialmente gracias al resultado habido en la provincia- o perderlo todo. Como ya apunté en el post previo, la capital, a priori, parece ser lo más factible de retener por los populares, aunque de la “multitud absoluta” -16 concejales, de 25- que tiene ahora, puede pasar a una mayoría absoluta ajustada e, incluso, si las cosas se tuercen en exceso para Román en las urnas, a una mayoría simple, difícil de administrar y gestionar, incluso reteniendo la alcaldía.
Intentar vaticinar los resultados que pueden producirse en la Diputación Provincial es siempre complejo pues, como es sabido, se trata de una institución de elección indirecta, en segundo grado, que se conforma en función de los resultados que los distintos partidos obtienen sumando los votos recibidos en el conjunto de los municipios de la provincia, dividida ésta en tres partidos judiciales y otras tantas zonas electorales: Guadalajara –donde se eligen 15 diputados provinciales-, Sigüenza -6- y Molina -4-. Se vota, pues, directamente a los alcaldes y concejales, pero indirectamente a los diputados provinciales, por lo que, en realidad, no se juzga directa, sino indirectamente, la labor hecha por el equipo de gobierno de la Diputación en el mandato que concluye. A este hecho, que complica sobremanera valorar posibles resultados electorales para la Diputación, este año se le suma la circunstancia de que las dos nuevas opciones políticas que han emergido con más fuerza en el panorama electoral, Podemos y Ciudadanos, es muy probable que tengan representantes en la Corporación Provincial, si bien la circunstancia de que Podemos no concurra con esa marca a las municipales y que se esté integrando en plataformas como “Ganemos Guadalajara” –recordemos que copada por IU en cuatro de sus cinco primeros puestos- podría penalizar a los de Pablo Iglesias doblemente: en las urnas y tras ellas, al no concurrir nada más que en unos cuantos municipios, aunque éstos sean los más poblados. Ciudadanos, por su parte, que hace apenas tres meses parecía no contar para estos comicios, puede tener la llave del futuro gobierno de la Diputación, aunque en su contra juegue el hecho de que su estructura provincial aún sea precaria y no vaya a poder formalizar candidaturas en todos los municipios que necesitarían para obtener mayor representación en la Plaza de Moreno.
Analizando los posibles resultados para la Diputación en los tres partidos judiciales, va a ser muy difícil que en el de Molina cambie el “status quo” casi habitual, por el que PP y PSOE obtienen dos diputados provinciales cada uno. En tierras del Señorío, tanto Podemos como Ciudadanos tienen muy difícil obtener diputado provincial, por no decir casi imposible, aunque está por ver el desgaste al que someten a los dos partidos tradicionales y las consecuencias que ello tiene, sobre todo en Molina ciudad. En el caso de Sigüenza, el PP confía en pasar del empate actual a 3 diputados con el PSOE, a vencer 4-2. Es posible, pero difícil, porque aunque los populares esperan ganar en la zona de la sierra un puñado de alcaldías que ahora detenta el PSOE, en Sigüenza no va a ser fácil que Latre repita los excelentes resultados de hace cuatro años –es un buen alcalde pero heredó un Ayuntamiento semiarruinado y ni la Junta ni el Estado han apoyado todo lo necesario su labor- y una mesa electoral de la ciudad del Doncel suma más votos que una docena de mesas en las pequeñas aldeas serranas. Tampoco va a ser fácil que el PP conserve la alcaldía de Mandayona y que mejore resultados en Alcolea del Pinar (PSOE), dos de las poblaciones más importantes de la zona, junto con Jadraque y Atienza, municipios que actualmente gobiernan los populares y que, de cara a la Diputación, no es previsible que aporten demasiados cambios respecto a lo que ya aportaron hace cuatro años.
Pero la madre de todas las batallas electorales para la Diputación es más que probable que se produzca en el partido judicial de Guadalajara, en el que se reparten 15 de los 25 diputados provinciales ya que es, con una diferencia exponencial, la zona más poblada de la provincia. Es en este partido judicial en el que Podemos/Ganemos y Ciudadanos tienen posibilidades reales de obtener representación en la Diputación y, dependiendo de ella, ésta puede mantenerla el PP, con mayoría absoluta o simple –como ya dije en mi anterior post, no creo que los de Albert Rivera se sumen a un “frente popular” con PSOE y Ganemos/Podemos- o girar hacia una coalición de marcado carácter izquierdista. Al PP le van a perjudicar varias circunstancias en el partido judicial de Guadalajara: los votos que se le vayan a Ciudadanos, a otras fuerzas políticas y a la abstención, por el desgaste de sus gobiernos municipales y el que también supondrán los gobiernos autonómicos y nacionales, aún tratándose de elecciones locales, que suele ser especialmente acusado en las áreas más pobladas. Por el contrario, le va a beneficiar el hecho de hacer listas por primera vez en doce años desde el poder provincial, autonómico y estatal, que sin duda se traducirá en alguna sorpresa -¿Almoguera?-. Por su parte, al PSOE le va a perjudicar el voto que se le vaya a Podemos/Ganemos, si bien luego podrían sumarse ambos en la Plaza de Moreno, y se va a beneficiar de una posible “marea roja” en el Corredor del Henares, de la que hasta en el periódico barcelonés “La Vanguardia” se ha hecho eco Enric Juliana (http://www.lavanguardia.com/politica/20150407/54429707840/cospedal-corredor-henares-enric-juliana.html), aunque en su artículo se refiera al riesgo que Cospedal tiene de perder Castilla-La Mancha en esta zona de Guadalajara, además de por el desgaste de su gobierno por el efecto “boomerang” de la segunda y última reforma electoral del mandato recién concluido. Si el PP se juega en nuestra provincia la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha, Cospedal tiene un serio problema pues, aunque piense lo contrario, no la ha priorizado en su gestión y ella contaba con dos divisores (PP y PSOE) para aplicar la Ley Dhont el 24 de mayo cuando puede que sean cuatro (Podemos y Ciudadanos). Y así, los cocientes y los restos pueden dar o quitar diputados y mayorías por apenas un puñado de votos.
El 24 de mayo, los ciudadanos tienen y tendrán la palabra. Con minúscula, ha sido, es y será bueno que la tengan; con mayúscula, ya veremos, aunque el aire fresco siempre es reparador. Si es fresco de verdad, claro.