A las ciudades tan contundentemente histórico-artísticas como Sigüenza no les van las modas, porque son coyunturales, pasajeras, livianas, como las mínimas nubecillas que con su blanco rompen el azul casi infinito del cielo en una mañana plena de verano. Sigüenza tiene la característica de la perdurabilidad, de lo permanente, de lo clásico. Aunque parezca un contrasentido, Sigüenza está siempre de moda o, mejor aún, debería estarlo porque las tendencias no las marcan los destinos, sino quienes los eligen; o sea, los turistas, porque sí, vamos a hablar de turismo, concretamente de turismo rural porque Sigüenza, hace apenas unos días, ha sido elegida “Capital del turismo rural 2017” de España por el 18,8 por ciento del total de 30.427 votantes -que no son pocos- que han participado en una encuesta “on line” de “Escapada rural”, una de las páginas web más prestigiosas y consultadas en el ámbito turístico rural.
Aunque alguno pueda pensar que es mera anécdota que Sigüenza haya ganado ese honroso título al tratarse de una simple encuesta en red y de una web privada comercial, ciertamente no lo es porque la gran participación habida en ella -que supone más de seis veces la población de Sigüenza-, las medidas de control implementadas por “Escapada rural” para evitar hackeos y reiteración de votos desde la misma “IP”, según informa la propia revista, y la entidad como destinos turísticos de los municipios rivales hacen que el resultado de este sondeo trascienda de la anécdota y alcance un relieve significativo. No estoy en condiciones de cuantificar el número de personas que viajarán en los próximos meses a la “Ciudad del Doncel” -que, por cierto, no era tal doncel pues, a pesar de morir joven, tuvo una hija, llamada Ana, que emparentó con la familia Bravo, con raíces en Atienza y Berlanga, como me apunta el sabio amigo Herrera Casado-, pero sí de prever que un importante número de ellas van a querer conocer, o reconocer, si ya la conocen, esa ciudad que se ha ganado el título de “Capital del turismo rural 2017”.
Decía que uno de los factores que dan relevancia al resultado de esta encuesta es la entidad como destino de los municipios rivales de Sigüenza por el título de la capitalidad del turismo rural español en este año. Efectivamente, la ciudad guadalajareña se ha impuesto en esta votación a ciudades y villas como la navarra Elizondo, la capital del Valle de Baztán, a la madrileña Garganta de los Montes, donde el río Lozoya y otros muchos cursos de agua serpentean entre una de las zonas más escarpadas de la Sierra de Madrid, a la cántabra Alfoz de Lloredo, en la que se hermanan el mar y la montaña, o a la gaditana Grazalema, corazón del parque natural de la sierra que lleva su nombre. Sigüenza también se ha impuesto a otras candidatas de peso y renombre en el ámbito del turismo rural como Covarrubias (Burgos), San Joan de les Abadesses (Girona), Torrecilla en Cameros (La Rioja), Onís (Asturias) y Leiro (Orense). Sin duda, coincidirán conmigo en la importancia y altura de esta competencia, lo que, repito, da aún más valor al título obtenido por Sigüenza, aunque no deje de ser honorífico y virtual.
A finales de los años ochenta del siglo pasado, siendo concejal de turismo de Sigüenza el tristemente fallecido hace unos meses, Emilio Pinto, la “Ciudad del Doncel” dio un paso al frente decisivo para promocionarse como destino turístico como fue comenzar a acudir con stand propio a FITUR, la madrileña feria de las ferias turísticas españolas, y mundiales, pues está a la altura de las tenidas como más importantes: Chicago y Berlín. Fue el primer municipio de la provincia, y aún de muchas otras, que dio ese paso, y no me cabe duda alguna que fue decisivo para que, en estos momentos, Sigüenza sea el segundo destino turístico regional tras Toledo, por ella pasen cada año más de 100.000 visitantes y ahora haya obtenido la consideración de “Capital del turismo rural 2017” de España. Fue el propio Pinto quien impulsó un muy buen eslogan turístico para la ciudad, “Búscame en Sigüenza”, que ahora ha evolucionado hacia un “Encuéntrame en Sigüenza”. Es evidente que hay muchos motivos -hasta octubre de este año, uno más e importante: la exposición “Cisneros. De Gonzalo a Francisco”- para buscar y encontrar gente en esa preciosa ciudad que es sede episcopal desde hace, al menos, catorce siglos, fue sede universitaria durante más de cuatro y forma un matrimonio perfecto, no de conveniencia, con el paisaje, ofreciéndose al viajero en tonos oliveños y rosas, los colores que Ortega y Gasset quiso ver en la catedral seguntina, cuando el singular y espléndido templo-fortaleza le pareció “un bajel secular” que bogaba hacia él.
Búscame en Sigüenza. Es probable que me encuentres allí.