Si el PP anda groggy con los “papeles de Bárcenas”, en el PSOE están más perdidos que un esquimal en el Sáhara o un beduino en Alaska, a juzgar por la sucesión de errores estratégicos que van cometiendo y que, lejos de conseguir su objetivo de acelerar el desgaste del Gobierno de Rajoy y volver a ser una alternativa atractiva para relevarle lo antes posible en el poder, lo que están evidenciando es que Rubalcaba no es una solución ni para los socialistas, en particular, ni para los españoles, en general, sino un problema, y que en el socialismo español hay muchas voces, no todas armónicas, y algunas de ellas, literalmente desafinadas. Porque no me digan que no es “la pera”, con gallo incluido y, de todo menos oportuno, que el vapuleado, electoralmente hablando, líder del PSC, Pere Navarro (o sea, “Pera” Navarro, como se pronuncia su nombre en catalán), salga pidiendo públicamente, nada más y nada menos que la abdicación del Rey, sin que la dirección nacional asuma esa posición y mientras se está celebrando el debate sobre el “Estado de la Nación”, convirtiéndose su extemporánea y sorprendente reclamación en “trending topic” de las redes sociales y titular de casi todos los medios, virtuales y convencionales, e interfiriendo y menoscabando las ideas-fuerza de los mensajes que Rubalcaba pretendía transmitir en ese debate. Por cierto que “La Pera” era el alias de Joan Serra, un sanguinario bandolero catalán del siglo XIX al que Lluis Llach dedicó una de sus canciones (yo el catalán no lo hablo, ni en público ni en privado, pero me parece que es una lengua sonora y rítmica y en la que han cantado y cantan grandes cantautores como Llach):
Era el segle XIX,
i amb el nom de Joan Serra
es coneix un bandoler
per a tothom «en la Pera».
Li agradava la sang,
i el xiprer encara recorda
tants gemecs que allà han pregat:
pietat, pietat. (…)
Cuando el gobierno del PP lleva 14 meses al frente de España y, a pesar de sus muchas reformas y recortes y de sus no pocas promesas electorales incumplidas, nuestro país está en una de las peores encrucijadas socio-económicas de su historia reciente, cuando el PP, además, está atravesando uno de sus momentos más convulsos y sobre-cogedores (¿lo pillan?) por causa de la crisis abierta por su extesorero, el debate sobre el “Estado de la Nación”, celebrado esta semana, se le presentaba al PSOE como una oportunidad pintiparada y única, de poco más que “pinta y colorea”, para haber dejado a Rajoy en la arena política más perdido que a Dick Turpin, cuando el mítico bandolero inglés del siglo XVIII –hoy parece que la cosa va de bandoleros…- estaba en una buhardilla, rodeada de policías y sólo tenía por escapatoria una claraboya. Pero, a pesar de que Rubalcaba tenía la cosa a huevo, con perdón, entre que sus “Amy Martin” no dieron con las teclas adecuadas en la elaboración de su discurso, que tiene a parte de su bancada esperando que caiga como fruta madura –había que ver las caras y los gestos de Carme Chacón (en catalán se pronuncia “Karma”, como la canción de Culture Club) y de Jesús Caldera, entre otros, mientras hablaba su secretario general- y que “el Pere” Navarro dijo lo de “¡váyase, majestad!”, subiendo un escalón el “¡váyase, señor Rajoy!” del líder socialista nacional, el presidente del Gobierno salió más que airoso del debate, mientras que Rubalcaba lo hacía con peor cara que los pollos de Carrefour, a pesar de que su “hoolligan number one”, Elena Valenciano, intentaba convencernos de lo contrario. Inútilmente, claro.
Y es que la política, a veces –demasiadas- es la pera y otras muchas la repera.