Dentro de la llamada “Misión Arciprestal”, que se inició el pasado 30 de noviembre, en la Iglesia de Santiago, y concluirá el próximo 31 de mayo, en Santa María, por la cual la imagen de la patrona de Guadalajara, la Virgen de la Antigua, está recorriendo todas las parroquias de la capital, el sábado, 1 de marzo, llegará ésta a San Ginés, donde permanecerá hasta el día 8 de marzo en que proseguirá su recorrido, en esta ocasión a San Nicolás.
No se si esta “Misión Arciprestal” con la Virgen de la Antigua in itinere por las actuales diecisiete parroquias de la ciudad se ha producido en ocasiones anteriores, aunque no tengo noticia de ello. Pocas, muy pocas veces ha salido de su santuario la patrona, que lo es desde 1883, salvo todos los veintinueves de agosto, cuando en recogida procesión, se traslada desde allí a Santa María –últimamente, a San Francisco, la iglesia del Fuerte que pertenece a la Parroquia de la Concatedral-, para permanecer en ella durante su novenario y regresar a su santuario, el día de su festividad, la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre, ya en procesión multitudinaria.
Como decía, sólo en contadas y excepcionales ocasiones ha salido la imagen de nuestra Patrona de la que fuera iglesia de Santo Tomé, que es su santuario desde 1831. Al menos que a mi me conste, el período de tiempo más prolongado en que permaneció fuera de su propia ermita fue de seis años, a finales del siglo XIX, entre 1893 y 1899, cuando fue trasladada a la entonces iglesia conventual de Santa Clara, hoy iglesia y parroquia de Santiago, con motivo de la realización de unas importantes obras en el templo mariano. En 1930, con ocasión de su coronación canónica, la prensa de la época recoge el solemne traslado de la imagen de la Virgen de la Antigua al parque de la Concordia, donde creo que también fue trasladada, al menos en otra ocasión, de la que no recuerdo fecha ni motivo. Sí guardo memoria del traslado hasta el campo de fútbol “Pedro Escartín” de la imagen de nuestra Patrona, en 1988, para clausurarse allí y con ella el “Año Mariano” que el entonces Papa Juan Pablo II había declarado y promovido. Siguiendo esta estela marianista-deportiva, la actual “Misión Arciprestal” con la imagen de la Patrona concluirá en el Palacio Multiusos de Aguas Vivas el día 31 de mayo.
Pues bien, salvo error u omisión, 130 años después de ser declarado el patronazgo de la ciudad a favor de la Virgen de la Antigua, primero por el Ayuntamiento capitalino, siendo su “alcalde constitucional” –así consta en el acta correspondiente- Ezequiel de la Vega, declaración de la autoridad civil después ratificada por la religiosa a través del correspondiente decreto firmado por el Cardenal Moreno Maisanove, su imagen va a compartir templo, el de la iglesia de San Ginés, con la imagen de otra advocación mariana, la Virgen del Amparo, que, como es sabido, estuvo también propuesta en su día como opción para asumir el patronazgo de la ciudad, aunque el “Cabildo de Curas” de entonces y el propio Ayuntamiento se decantaron, finalmente, por la de la Antigua.
Si bien para los cristianos sólo hay una Virgen, María, pese a que la denominemos con mil y una advocaciones distintas, muchas de ellas referidas a parajes naturales o especies vegetales propias de cada lugar para tratar de hacerla aún más “cercana” y “nuestra” –del Saz (Sauce), del Madroñal, de los Olmos, del Valle, del Espinar, etc-, resulta cuando menos curioso que la Virgen de la Antigua y la del Amparo vayan a compartir templo durante una semana, gracias a esta “Misión Arciprestal” que está promoviendo la presencia de la patrona en todas las parroquias de la ciudad. Una Misión, insisto, tan novedosa como, a mi juicio, plausible, pues como dice nuestro sencillo, afable, cercano y buen Obispo, don Atilano, recordando lo proclamado al respecto por el concilio Vaticano II, “la devoción a la Virgen no debe quedarse en un sentimentalismo estéril y transitorio sino que ha de ayudarnos a crecer en el amor filial hacia nuestra Madre y en la imitación de sus virtudes”.
Por supuesto sólo desde un punto de vista festivo y anecdótico, decía que resulta curioso el hecho de que las imágenes de la Virgen de la Antigua y del Amparo vayan a compartir el templo de San Ginés una semana porque, en su día, los partidarios del patronazgo de la ciudad a favor de una y de otra advocación, mantuvieron durante décadas una enconada rivalidad -puro sociocentrismo que diría Caro Baroja-, que no se quedó sólo en palabras y fervores, sino que llegó a concretarse hasta en lanzamientos de piedras, en auténticas dreas, de “amparistas” contra “antigüistas” y viceversa, en una exaltación desacerbada y errática de sus respectivos marianismos militantes. A tal punto llegó la rivalidad que hasta se compusieron coplillas despectivas contra la advocación rival: “La Virgen de (…) come conejo y la del/la (…) chupa los huesos”; evidentemente, dependiendo de quien lanzara, cual venablo, la coplilla, la advocación que comía el conejo y la que chupaba los huesos era una u otra. Y la mayor afrenta que los incondicionales de la Virgen del Amparo podían infligir a los de la Virgen de la Antigua era conseguir encender, antes de tiempo, la hoguera de retamas que, por tradición, siempre se quema cuando la imagen de la Patrona entra en su templo, al concluir su magna procesión del 8 de septiembre.
Afortunadamente, andado el tiempo, esta rivalidad sólo es mero recuerdo de una Guadalajara que ya se fue, en buena hora, aunque en otras malas se nos hayan ido cosas que jamás debimos perder, como patrimonio histórico-artístico o memoria colectiva. Sincretizando ambas advocaciones, los parroquianos de San Ginés y aún los de todas las parroquias de la ciudad, lo que haremos siempre es pedir amparo a la Virgen María, en su advocación de la Antigua, patrona de nuestra ciudad, como antes lo fueron San Roque, Santa Mónica y Santa Agustín. Por cierto, madre e hijo santos que van a ser los titulares de la nueva parroquia de la zona de los Valles, recuperando así la ciudad memoria de su antiguo patronazgo en una de sus nuevas zonas residenciales.