Las noches electorales suelen ser muy largas pero la de ayer fue inusualmente corta -a las 11 estaba ya todo el pescado vendido- porque las encuestas, especial y sorprendentemente la del CIS de Tezanos, se acercaron mucho a los resultados finales por lo que no hubo demasiadas sorpresas, más bien constataciones de lo ya previsto, aunque algunas previsiones se quedaron cortas y otras se fueron de largo. La noche del 28-A se podría resumir en estos cinco titulares:
1/ Triunfo y mayoría suficiente del PSOE para gobernar (123 diputados, 38 más que en 2016)
2/ Histórico batacazo del PP (66 diputados, 71 menos que en 2016)
3/ Gran resultado de Ciudadanos (57 diputados, 25 más que en 2016)
4/ Irrupción atenuada de Vox en el Congreso (24 diputados y con representación parlamentaria por primera vez, aunque lejos de sus mejores expectativas)
5/ Debilitamiento de Unidas Podemos (35 diputados, 10 menos que en 2016)
Para conocer las consecuencias que de estos resultados se van a derivar en la gobernabilidad de España aún tendremos que esperar unas semanas pues es improbable que se cierren pactos de gobierno antes de las elecciones municipales y autonómicas del 26 de mayo, por pura estrategia política pues esos pactos podrían levantar el faldón de algunos partidos -especialmente de Ciudadanos- y vérseles el verdadero color de la enagua, lo que podría tener repercusiones negativas directas en las urnas para sus candidatos autonómicos y municipales y sus socios. En todo caso, parece claro que Pedro Sánchez va a seguir siendo presidente del gobierno y no va a tener que cambiar el colchón de la Moncloa, lo que aún no sabemos es con qué apoyos contará para volver a surcar los cielos en el Falcon presidencial de la Fuerza Aérea Española. Aunque cabrían otras opciones matemáticas, parece evidente que son dos las combinaciones más probables: PSOE + Cs (sumarían una holgada mayoría absoluta con 180 escaños) y PSOE + UP (158 escaños) + Otras fuerzas políticas que aportaran los 18 restantes hasta alcanzar la mayoría absoluta, siendo imprescindible que alguna de ellas fuera soberanista o nacionalista, que yo tengo claro que es lo mismo o muy parecido. Esta segunda opción, mucho más compleja y poliédrica que la primera, volvería a ser un remedo del pasado “Gobierno Frankenstein” de Sánchez y, supongo, no será su hipótesis de trabajo preferida, si bien ya sabemos cómo se las gasta cuando a aquéllas las eleva a tesis. El obstáculo principal para que el PSOE pacte con Ciudadanos radica en que el líder de los naranjas, Albert Rivera, se ha hartado a repetir en campaña que no apoyaría bajo ningún concepto a Sánchez para volver a ser presidente del gobierno. Sabido es que en las campañas se suele sobreactuar y decir cosas por pura estrategia y para la afición que no siempre se respetan tras la celebración de los comicios, encontrándose fácilmente argumentos para justificar esos incumplimientos: que si la gobernabilidad de España, que si el interés general, que si hemos tomado nota de lo que han dicho los ciudadanos en las urnas, que si patatín, que si patatán… Cierto es que, en esta ocasión, sí que creo que lo más conveniente para España sería un gobierno de coalición entre el PSOE Y Ciudadanos que tenga estabilidad, que convierta los escaños soberanistas en irrelevantes y no en decisivos como hasta ahora, al tiempo que aleje a los socialistas de las posiciones populistas y neomarxistas de Unidas Podemos, especialmente en materia económica pues ya hay síntomas de posible recesión y con fórmulas de aumento del gasto y del déficit público, a las que son tan aficionadas las moradas -sigo su ridículo juego de lenguaje inclusivista-, las recesiones no se atenúan sino que se incrementan y derivan en crisis. Zapatero ya nos llevó por ese camino.
Del análisis de los resultados que se han producido en la provincia, donde se han repartido los tres escaños en juego PSOE, PP y Cs, se deduce muy claramente que la división de “las tres derechas” -como Sánchez bautizó a PP, Cs y VOX, aunque a los naranjas es probable que les dé el carnet de progresistas si pactan con él- ha permitido al PSOE ganar por primera vez en Guadalajara, algo que no ocurría desde 1982 cuando el centro derecha también se presentó dividido, entonces entre una pujante AP y una UCD ya en liquidación. Las matemáticas electorales dicen que el “trifachito” -el otro apelativo de los de Sánchez para PP, Cs y Vox, que el propio PSOE pronto dejará en “bi” si hay pacto con Rivera-, ha sumado un 55,45 por ciento de los votos en la provincia, mientras que PSOE+UP suman tan solo el 42,52. El 18,79 por ciento obtenido por Cs le ha permitido lograr un diputado por Guadalajara, mientras que el 16,48 por ciento alcanzado por Vox no se ha traducido en escaño.
En lo que al Senado respecta, el PSOE ha logrado también tres actas por primera vez desde 1982 (Rafael Esteban, Riansares Serrano y Julio García), mientras que el PP sólo ha conseguido un senador, Antonio Román, que, además, ha sido el más votado en la capital; en el total provincial ha sacado más de 10.000 votos de diferencia a sus compañeros de candidatura, Juan Pablo Sánchez y Ana González. Es evidente que Román tiene un voto personal, especialmente en la capital, pero también es un hecho que le ha beneficiado para distanciarse tanto de sus compañeros la circunstancia de que en muchas papeletas se hiciera caso a la perversa campaña mediática -hasta Jiménez Losantos la avaló- y muy extendida en las redes sociales -a mí me llegaron una veintena de whatsapp aconsejándome hacerlo- de votar en el Senado al primero de las listas de PP, Cs y Vox.
Y aún nos espera la segunda vuelta, que son las municipales y autonómicas del 26-M, en las que queda mucho por jugar porque habrá que despejar bastantes incógnitas, entre ellas qué harán los votantes de Vox y Cs de las generales en los municipios donde no se presentan estos partidos, qué influencia tendrán los candidatos y, lo que es más importante, a quién darán su apoyo los naranjas donde sean decisivos, que parece que lo van a ser en muchos sitios, incluidos el Ayuntamiento de la capital, la Diputación Provincial y la Junta de Comunidades.
Pie de foto: José Luis Blanco, Magdalena Valerio, Julio García y Pablo Bellido, unidos en un mitin.