Archive for enero, 2021

San Ildefonso “vuelve” a Taracena


       Nueva talla policromada de San Ildefonso presidiendo el altar de la iglesia de Taracena el día de su bendición. Foto Jesús Orea

               Tras ochenta y cinco años de ausencia de la representación iconográfica de San Ildefonso en la iglesia parroquial de Taracena, el pasado día 24 de enero, el párroco del pueblo y exdelegado diocesano de patrimonio, Luis Herranz Riofrío, bendijo una nueva talla policromada del gran santo toledano que vivió en el siglo VII, realizada en Horche por “Artemartínez” con la maestría, profesionalidad y calidad que este taller acredita desde hace ya muchos años en el campo de la imaginería religiosa. La anterior imagen que de San Ildefonso había en la iglesia de Taracena era un relieve en madera policromada, desaparecida en la Guerra Civil, que según estudios aproximativos del actual delegado de patrimonio de la diócesis, Miguel Ángel Ortega Canales, era probablemente manierista “por la composición iconográfica y los estofados que presentaba”, y podría datarse entre 1545-1570. Casualmente -más bien causalmente- en esos años hubo en Taracena un cura-párroco muy relevante por sus aportaciones en el campo de la música, Luis Vargas de Henestrosa, que previamente había formado parte de la cámara del gran cardenal Tavera, en la catedral de Toledo, templo y ciudad en las que hay una importante huella de San Ildefonso. Cabe deducir, por tanto, que bien podría haber sido Vargas de Henestrosa quien llevara a la iglesia de Taracena esa excepcional tabla del santo toledano que, como ya hemos dicho, fue destruida en la Guerra Civil, al tiempo que el magnífico retablo barroco del altar mayor. Tanto de la tabla como del retablo, solo queda constancia gráfica gracias a Tomás Camarillo que c. 1930 tomó fotografías de una y de otro, que forman parte de su archivo custodiado por el CEFIHGU de la Diputación de Guadalajara. Precisamente la imagen del retablo de Taracena es una de las 30 que conforman la exposición de antiguos retablos desaparecidos que el servicio de Cultura de la Diputación titula “Arte perdido en la provincia de Guadalajara”. Esta exposición, completada por otra de 20 piezas religiosas desaparecidas de imaginería renacentista y barroca, lleva ya varios años recorriendo la provincia y es una de las más demandadas por los municipios del total de 23 exposiciones distintas que ofrece el CEFIHGU, dados sus valores fotográfico, artístico, patrimonial y testimonial.


        San Ildefonso. Relieve en madera policromada (siglo XVI). Se conservaba en la Iglesia Parroquial de Taracena. Fue destruido durante la Guerra Civil. (Foto T. Camarillo, c. 1930; CEFIHGU, Diputación de Guadalajara).

               Retomamos el hilo con el que hemos iniciado esta entrada y contestamos a la pregunta ¿Qué devoción y patronazgo unían a San Ildefonso con Taracena? Las fiestas tradicionales de invierno de Taracena se concentraban en tres días: el 23 (San Ildefonso), el 24 (La Virgen de la Paz) y el 25 (día en que se celebraba “La Paz chiquita”, que era una forma de llamar a la prolongación de la fiesta del día anterior, al igual que a San Blas le sigue “San Blasillo” en muchos lugares). Aquellas fiestas invernales de Taracena eran las primeras del año que se celebraban en el entorno de la capital, tenían mucha capacidad de convocatoria y a ellas acudían numerosas personas procedentes de ella y de los pueblos próximos, según se documenta en varias informaciones de finales del XIX y principios del XX publicadas en nuestro recordadísimo y muy querido periódico “Flores y Abejas”. Los actos principales del programa festivo eran los religiosos en honor a la Virgen de la Paz y San Ildefonso, complementados por diversiones profanas, como una animada feria comercial que concentraba en la calle principal del pueblo -la carretera que unía Madrid con Barcelona y Francia a través de La Junquera- numerosos puestos de venta, tómbolas, rifas, bailes de salón con organillo y otros actos lúdicos y festivos. El día 23 salía por las calles la, precisamente, llamada “Botarga de San Ildefonso”, que salió por última vez en 1900, no volviendo a las calles de Taracena hasta su reciente recuperación en 2017. En el nuevo traje de la botarga, concretamente en ambas mangas a la altura de los brazos, constan de manera bien visible las iniciales “S” e “I” en honor del santo que da nombre al enmascarado y en cuya fecha salía tradicionalmente desde tiempo inmemorial. La existencia de la botarga de San Ildefonso, de Taracena -y también la de la perdida de San Blas, en el vecino Iriépal-, la han acreditado investigaciones de dos de los más importantes y reputados etnólogos que ha dado esta provincia, Sinforiano García Sanz y José Ramón López de los Mozos, a quienes siempre tendré como maestros y recordaré como amigos, especialmente al segundo pues fueron muchos los hechos y circunstancias que nos unieron. Se da la circunstancia de que fue una charla-coloquio sobre botargas y otros enmascarados de la provincia dada en Taracena por José Ramón la que encendió la chispa para que, poco tiempo después, se recuperara la botarga de San Ildefonso. Yo aporté, como otras personas del pueblo, mi grano de arena para ello, pero quien hizo una dación valiosísima e impagable fue mi recordado y muy querido hermano, Carlos, que compuso expresamente doce temas para dulzaina, con el fin de que sirvieran de acompañamiento a la botarga de Taracena en su regreso a las calles el pueblo. Doce composiciones con ritmos de pasacalles, bailes corridos, pericones, mazurcas, revoladas y jotas que conforman la llamada “Suite Taracena”, cuyas partituras custodia la Biblioteca de Investigadores de la Provincia de Guadalajara -junto con el conjunto del amplio archivo de música tradicional de Carlos, donado por la familia tras su fallecimiento en 2019- y sobre las que se está trabajando -y muy bien, sobre todo gracias a ese gran dulzainero y mejor persona que es Antonio Trijueque- en la Escuela de Folclore de la propia Diputación. Todo en su sitio. Todo en casa.

Filomena a nuestro pesar

               A Filomeno Freijomil, el personaje protagonista de la novela de Torrente Ballester Filomeno a mi pesar” -Premio Planeta en 1988-, no le gustaba su nombre, de ahí el título de esta brillante novela de uno de los escritores españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Como saben, a la fortísima borrasca que ha desatado una nevada de aúpa en España, con especial incidencia en el centro, los científicos del llamado “Grupo suroeste” -conformado por las agencias estatales meteorológicas de España, Francia, Portugal y Bélgica– la han bautizado como “Filomena”. Desde hace cuatro temporadas, este conjunto de países decidió poner nombre propio a todos los temporales y borrascas esperados en su zona de influencia con el fin de coordinarse y prevenir mejor sus efectos y consecuencias. Cada temporada meteorológica se inicia en octubre y acaba en septiembre, nominando a las sucesivas borrascas siguiendo el orden de las letras del abecedario, alternándose nombres masculinos y femeninos; así, tras Filomena, la siguiente se llamará “Gaetan” -prevista también en enero-, al que seguirá “Hortense” -que se espera en febrero-. A quien no le ha gustado que a la gran borrasca de nieve pasada -pero aún presente por el hielo- la bautizaran con un nombre femenino es a la dirigente de Unidas Podemos, Rosa Pérez Garijo, coordinadora general de IU en la Comunidad Valenciana y consejera de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática -¡ahí es nada!- de la Generalitat Valenciana, quien ha criticado en un tuit que «a todos los desastres les ponen nombre de mujer». Después lo borró, claro, cuando supo lo que tenía que haber sabido antes de tuitear esa estupidez. Corren tiempos de políticos y políticas de dedo fácil; no solo lo digo por la cantidad de tuits por minuto que muchos y muchas producen, sino también por el elevado número de señalamientos/as y nombramientos/as “digitales” que suelen hacer, en el primer caso para acusar y/o descalificar a los/as de enfrente y, en el segundo, para otorgar dádivas y nóminas/os públicas/os a los/as suyos/as. Me dejo ya de lenguaje inclusivo forzado porque a mi linotipia figurada se le ha acabado ya el signo auxiliar de la barra inclinada que, como saben, en matemáticas es, al igual que los dos puntos, un signo de división. Ahí lo dejo, pues.

Guadalajara, la Campiña y la Sierra nevadas, vistas desde El Clavín. Foto: Rafael Alba Jiménez.

               Filomena, así llamada a pesar de Pérez Garijo, nos ha helado a media España y a muchos españoles, como la mítica revista de humor gráfico y literario “La Codorniz” que, dejando en Belén con los pastores a la censura franquista, abrió una de sus más recordadas portadas con este magistral titular de supina ironía: “Reina un fresco general procedente de Galicia”. Lo que no es ya ironía ni para tomárselo a broma, sino una triste realidad, es que en este país la imprevisión y la improvisación siguen campando a sus anchas o casi. La llegada de “Filomena” se sabía hace ya semanas, y que se avenía con un fuerte temporal de nieve se conocía desde, cuando menos, una semana antes; pues bien, pese a ello, ha reinado y aún sigue reinando el caos en muchos lugares: camiones y coches atrapados en las carreteras, líneas de trenes y de autobuses suspendidas, aeropuertos cerrados, calles atascadas, primero de nieve y después de hielo, hospitales y otros centros de urgencia con graves dificultades de acceso y hasta para relevar los turnos de trabajo, comercios y otros establecimientos cerrados, cortes de suministro de energía eléctrica -en el centro de Guadalajara, sin ir más lejos, la mañana del sábado hubo un corte duró una hora-, etc. etc. Es evidente que la fuerte y prolongada nevada que hemos vivido no es habitual, al menos por estos lares, pero también es una obviedad que ahora las previsiones meteorológicas son muy fiables y precisas con muchos días de antelación por lo que deberían haberse tomado bastantes más medidas preventivas de las tomadas y planificar muchos más recursos y medios para paliar sus efectos de los planificados. Ya se que los españoles somos los reyes de la improvisación y que nos venimos muy arriba en las peores circunstancias, pero no estaría mal que dejáramos de tener que hacernos los machotes cuando los problemas son evitables o, al menos, previsibles y atenuables. No hablaré del gobierno la próxima semana, como sarcásticamente decían Tip y Coll; acabo de hablar de él, de todos los muchos gobiernos que tenemos y no siempre coordinados y leales entre ellos: europeo, estatal, autonómico, provincial y local.

La Concordia nevada. Foto: Jesús Orea  

Lamentablemente, no solo ha quedado patente una vez más la proverbial improvisación hispana con la llegada de “Filomena”, sino que ya venía acreditada con la puesta en marcha del plan de vacunación contra el Covid-19, un problema muchísimo más grave aún que el que ha traído el temporal de nieve. A 9 de enero, España había recibido 743.925 dosis de la vacuna y solo se habían administrado 277.976; es decir, de cada tres vacunas que se podían haber administrado ya, únicamente se ha puesto una. De las pocas veces que el ministro Illa ha anticipado con acierto un dato, fue el verano pasado cuando aseveró que en diciembre llegarían las primeras vacunas; pues bien, pese a ello, el Ministerio de Sanidad no ha adjudicado el contrato de asistencia técnica del plan de vacunación hasta el pasado viernes, un contrato, por cierto, que ha recaído en Indra, una consultoría multinacional, por importe de 800.000 euros. Me llama poderosamente la atención que el “comité de expertos” que teóricamente ha gestionado la pandemia estuviera conformado solo por funcionarios y un profesional independiente y que para la elaboración de este importante plan se contrate, y muy tarde, a una empresa privada. Al mismo tiempo, me choca que no se esté permitiendo, al menos hasta el momento, que las residencias de mayores y los hospitales de titularidad privada puedan vacunar con su propio personal médico y de enfermería. ¿Cuántas muertes y cuantos pacientes graves va a suponer que no se esté vacunando al ritmo posible por el número de dosis que ya hay en España? Es una pregunta que dejo ahí.

               Filomena, a nuestro pesar, ha sido una borrasca que, sumadas su intensidad y la improvisación para paliar sus efectos, nos ha traído muchos problemas de movilidad, laborales, de servicios y suministros…, además de algunas muertes puntuales, ciertamente lamentables, pero el inicio lento y dubitativo del plan de vacunación contra el Covid-19 va a tener unas consecuencias previsibles y letales.

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