(Estuviste con Kaka de Luxe pero no te oí cantar rock)
Imagino que muchos habrán pensado al leer el titular de esta entrada que hoy la cosa va de música clásica, de Stravinsky en concreto, autor de “La consagración de la primavera”, un extraordinario concierto orquestal que el gran músico ruso compuso en 1913 para ballet. Junto a “La Primavera” de “Las Cuatro Estaciones”, de Vivaldi, compuesta dos siglos antes, son dos de las grandes piezas clásicas que ponen música a este tiempo en el que la vida se despereza después del invierno y cambia blancos de nieve y grises de cielos nubosos por la paleta de colores más amplia posible que es la que nos ofrece la naturaleza mientras camina del equinoccio de marzo al solsticio de junio. Supongo que también muchos, puede que casi todos, al ver la foto que acompaña este texto sin comenzar a leerlo, habrán corroborado la suposición a la que ya les invitaba el titular y pensado que sí, efectivamente, hoy tocaba hablar de flores y de campo en esta primavera ya consagrada de mediados de mayo. Verdad es que el geranio que se ha colado en el primer plano de la imagen, protagonizándola y condicionándola, propone ese pensamiento pues su rojo vibrante parece el iris de un gran ojo que estuviera fijando la mirada en ese horizonte infinito de verdes, azules y ocres que conforman la Alcarria, la Campiña y las Serranías vistas desde el Clavín en una tarde de sol y nubes de mayo. La inconfundible silueta al fondo del padre Ocejón, la montaña mágica de las majadas del rayo, los campillos de ranas y el valle verde de los mil y un arroyos es el mejor telón de fondo posible para esta primavera ya consagrada en las guadalajaras. Como el pico del Águila, el monte/jamba geminado con la peña Hueva, es también puerta de la Alcarria que tiene el cielo por dintel y al que el iris/geranio del Clavín ve a su derecha como si de una fuga de líneas de nervaturas de margas y calizas se tratara. Es la “tierra color tierra” a la que le salió un “sarpullido”, según escribió Cela cuando pasó por Taracena en su “Viaje a la Alcarria”. Ciertamente, el verdadero color de la Alcarria es el de la tierra.
Pero no, “Mari Pili, no, no, no” -como cantaban los “Ejecutivos agresivos” en 1980-, el post de hoy no va de ese tipo de primaveras coloristas, térreas y florales, ni de esa forma de consagración, va de la primavera musical que supuso la llamada “movida madrileña”, vivida hace ya cuarenta años y que, pese a nacer a finales de los setenta, fue a principios de los ochenta cuando se consagró. El subtítulo de este artículo -tomado de la letra de “Divina”, un temazo de T-Rex versionado por Radio Futura, grupo icónico de aquel tiempo y dedicado a Olvido Gara (Alaska)- apunta en la buena dirección.
Ciertamente, aquella verdadera primavera musical -también lo fue política, social y cultural en el más amplio sentido de la palabra- llegada con la recién estrenada democracia y que fue la movida, vivió hace 40 años su auténtica consagración. Este movimiento musical tuvo uno de sus antecedentes más directos en Burning, grupo setentero que transitó los caminos del rock hasta cruzarse con un pop muy fresco y vacilón en “¿Qué hace una chica como tu en un sitio como este?” (1978),banda sonora de la película homónima de Fernando Colomo. Hay quien excluye a este grupo de La Elipa de la verdadera movida, pero como decía la gente de Kaka de Luxe “los Burning fueron los primeros que se pusieron medias, pelucas rubias y gafas negras”, complementos que muchos grupos de ese tiempo asumieron para sus puestas en escena. Precisamente Kaka de Luxe (o sea, Fernando Márquez “El Zurdo”, Manolo Campoamor, Carlos Berlanga, Enrique Sierra, Olvido Gara -auténtica “musa” de la movida- y Nacho Canut) fue la banda a la que casi todos consideran la verdadera iniciadora y referente de la movida. Solo duró dos años (1977 y 1978), pero marcó tendencia y fue un auténtico grupo nodriza ya que de él surgieron otros muy importantes de aquella etapa: Paraíso (El Zurdo), Alaska y los Pegamoides (Olvido Gara, Campoamor y Canut, más Eduardo Benavente y Ana Curra) refundado después en Alaska y Dinarama (Olvido, Canut y Carlos Berlanga, que estuvo en la última etapa de los Pegamoides, pero sobre todo ya en Dinarama) o Radio Futura (Enrique Sierra).
La movida tuvo su referente musical en Inglaterra, de donde surgieron en los años setenta diversas corrientes que influyeron decisivamente en el panorama mundial y sobremanera en el español. La movida transitó entre el rock y el pop, si bien fue más popera que rockera por influencia de “the new wave” británica, la nueva ola que encumbró a grupos como Pet Shop Boys, Duran Duran, OMD, Modern Talking, The Jam, The Simths, Eurythmics… y algunos subgéneros surgidos de ella, especialmente “the new romantics” (Adam and the Ants o Alphaville), aunque también del renacido ská (The Specials, Madness) e, incluso, del reggae que tanto influyó en un grupo mítico como es The Police. En España, algunas de las bandas que hicieron ská fueron “Ska-P” y los ya citados “Ejecutivos agresivos” del “Mari Pili, no, no no”. El pop suave, casi barbilampiño y adolescente de la movida, convivió con un rock antisistema y de pelo en pecho como escarpias, como el punk, que había nacido también en Inglaterra mediados los años 70, con Sex Pistols como principal referente. En España, uno de los grupos punks más echados al monte con sus letras no fue madrileño, sino catalán, la “Banda trapera del río”, nacido, como el propio punk, cuando la movida aún estaba en gestación.
Como decíamos, hace ya 40 años que se consagró aquella primavera musical que fue la movida pues entre 1980 y 1981 se grabaron temas míticos como “La chica de ayer” (Nacha Pop, 1980), “Horror en el hipermercado” (Alaska y los Pegamoides, 1980), “Hoy no me puedo levantar” (Mecano, 1981) o “Déjame” (Los Secretos, 1981). Precisamente en este último tema y en los primeros años de este último grupo, está notoriamente presente una de las mejores baterías del pop-rock español de todos los tiempos, la del guadalajareño Pedro Antonio Díaz, lamentablemente fallecido en accidente de tráfico en 1984. Juan Luis Ambite, otro guadalajareño -mucho menos músico que “Pedrito, el Pelirrojo”, como era conocido Díaz, pero muy pintón y hasta personaje almodovariano, como la mismísima Alaska-, también formó parte de la movida como bajista de “Los Pistones”, el grupo al que se unió en 1981 y cuyo tema más conocido fue “El pistolero” (1983). La movida fue mi movida y la viví en vivo y en directo cuando estudiaba periodismo en Madrid. Y es que “caí enamorado de la moda juvenil”, como decía otro tema legendario de Radio Futura grabado en 1980.