Sin solución de continuidad, porque el calendario así lo viene queriendo en nuestra Guadalajara desde hace ya unos cuantos años, el ancho, largo y alto mundo de los libros va a seguir siendo el objetivo táctico de esta “Misión al Pueblo de Desierto” que, si bien muchos no habrán reparado en ello, es como se titula este blog desde que nació, a la par que Guadalajara Diario, hace ya más de nueve años de ello. Lo tomé prestado del título de la última obra de teatro que llevó a escena Buero Vallejo, a quien no solo me unen vínculos familiares y afectivos, sino un respeto y una admiración que, lo confieso, rayan la veneración. Avisados ya, aprovecho que del 12 al 15 de mayo se va a celebrar/se ha celebrado -lo escribo también en pretérito perfecto para quienes lean este post a partir de esa fecha, festividad de San Isidro para más señas- la Feria del Libro en nuestra Guadalajara para reivindicar la vigencia de la obra de Buero y recomendar su lectura. Sí, he dicho bien, su lectura, porque el teatro del dramaturgo alcarreño está escrito para ser representado, por supuesto, pero también leído porque no solo tiene valores escénicos y narra historias a través de actores, sino que además comporta valores literarios intrínsecos sin la ayuda de las tablas. Leer teatro nos permite jugar a directores, actores, escenógrafos, tramoyistas, iluminadores, regidores… y demás roles que el hecho teatral comporta. Buero llevó a escena 28 obras de teatro, desde su célebre “Historia de una escalera” (estrenada en 1949) hasta “Misión al pueblo desierto” (exactamente medio siglo después, en 1999), hizo tres versiones en español de otras tantas obras de grandes autores internacionales como Shakespeare -“Hamlet (Príncipe de Dinamarca)”-, Bertold Brecht –“Madre coraje y sus hijos”- y Henrik Ibsen –“El pato silvestre”-; además, como ya comentamos en un post anterior, también experimentó la poesía y escribió 23 piezas poéticas, dos cuentos y más de 300 ensayos, artículos y prólogos. Como ven, Buero nos dejó mucho escrito y, por tanto, mucho por leer. Lean a Buero, lean y sueñen teatro de y con él porque así entenderán mucho mejor al hombre como ser, independientemente de su género, y al tiempo que se deleitarán, también se inquietarán, como el mismo autor presupuso sobre su obra en el discurso de recepción del Premio Cervantes que le fue concedido en 1986, el primer dramaturgo que lo recibía. Concluyo esta amplia referencia a Buero en el contexto de la celebración de la Feria del Libro de nuestra Guadalajara -repito este pronombre por tercera vez porque una de las ferias del libro internacionales más reputadas es la que se celebra en la Guadalajara de Jalisco-, recordando que fue él quien escribió en 1992 el manifiesto del I Día del Libro de Castilla-La Mancha, diciendo, entre otras sesudas y atinadas cosas, lo siguiente: “(…) precisamos indefectiblemente de lo los libros: hay que escribirlos pero, sobre todo, leerlos. Y el mundo también los necesita. Si nada seríamos sin él, nada sería el mundo sin ellos”.
Tras recomendar encarecidamente la lectura de Buero, por adquisición de su obra o tomada en préstamo en biblioteca, todo un clásico contemporáneo, paso a proponerles también que, si acuden a la cita ferial con el libro en la Concordia -donde cohabitan ejemplarmente la palabra y la naturaleza sin discusiones domésticas-, presten atención a la última novela histórica de otro paisano nuestro: “Tierra vieja”, de Antonio Pérez Henares. “Chani”, que es como le conocemos en su tierra alcarreña y como le llaman sus amigos y conocidos, es un periodista de raza y vieja escuela que militó en el comunismo cuando éste era en España sinónimo de libertad y que hoy es un liberal rebelde porque comunismo y libertad hace tiempo que se divorciaron. O sea que, aunque a algunos les parezca que “Chani” ha cambiado de chaqueta, él sigue llevando la de la libertad con el mismo empeño y dignidad que su gran y personal bigote; son otros los que han transmutado su cuerpo -y abierto nueva cuenta corriente en el banco y en el poder- pero han mantenido sus viejas chaquetas para disimular y conservar clientela.
“Chani”, frecuente y brillante tertuliano de radio y televisión, peleón y polémico donde los haya, sobrado de dialéctica, dice sus verdades como el barquero, gusten o no. Y las dice sin ser el mamporrero ni el recadero de nadie porque solo es portavoz de sí mismo. No hay mejor forma de defender la libertad de expresión que diciendo lo que uno piensa, sobre todo si se piensa lo que se dice. Antonio Pérez Henares, nacido en Bujalaro como Antonio Pérez Gómez y criado en el País Vasco hasta retornar ya de mozo a su tierra castellana, además de un notable periodista es un sobresaliente escritor, especialmente de novela histórica. Los dos períodos en los que más se ha regodeado con su pluma son la prehistoria -que domina como si la hubiera vivido en Nublares, título de una de sus novelas y que es el nombre de una cueva en un roquedal de marga y caliza de su pueblo- y la edad media, en la que también ambienta “Tierra vieja”. Si en las dos novelas históricas medievales anteriores –“La Tierra de Alvarfáñez” y “El rey pequeño”-, habló sobre todo de reyes, nobles, caballeros e infanzones, en esta última se centra en la gente del común o de a pie que repobló la nueva Castilla según avanzó la reconquista en los siglos XII y XIII. “Chani” escribe muy bien y arma sus novelas históricas reinventando la realidad pasada con tramas y subtramas que aportan acción y mucha información del tiempo en que están ambientadas, algo que solo es posible gracias a su pasión por documentarse exhaustivamente. “Tierra vieja” es una novela que, además de entretener e, incluso, persuadir al lector, ayuda a conocer cómo era el día a día de las gentes que repoblaron Castilla y que, por tanto, la construyeron. Los castellanos nacimos en la frontera y siempre tuvimos un ojo puesto en la besana y otro en el horizonte por si el polvo lejano levantado no era del viento de poniente sino de una razzia a uña de caballo. “Chani” presentará/habrá presentado su nueva y gran novela en la Feria del Libro de nuestra Guadalajara que es también la suya, al tiempo que firmará/habrá firmado ejemplares de la obra. Y, como decían Tip y Coll, mañana hablará del gobierno…