Santiago Barra Toquero, director editorial y co-propietario de Guadalajara Diario, pero sobre todo Periodista con mayúscula, se acaba de jubilar a los 66 años de edad. Los periodistas de verdad como él no se jubilan nunca, simplemente dan un paso al lado y dejan hacer a otros, si bien mantienen la curiosidad en alerta y la pluma cargada de tinta. La curiosidad, que mató al gato según el dicho, es la que da vida a los periodistas: noticia es una voz castellana que deviene del latín “notitia”, que significa algo nuevo que se da a conocer con notoriedad, y “news”, la voz inglesa que igualmente significa noticia, es sinónimo de nuevo o novedad. La curiosidad por lo nuevo y notorio, por saber el qué, quién, cuándo, dónde y por qué se ha producido algo -las famosas cinco “w” del abc periodístico, por empezar con esta letra en inglés estas cinco preguntas-, está en el ADN del periodista más “pinchurro”, que es como nos llamaban a los novatos en los tiempos en que yo empecé a destetarme en el periodismo. Imagino que esta palabreja que ni está en el diccionario de la RAE es una deformación de “pichurro”, la única palabra parecida que he encontrado en un diccionario panhispánico abierto, habitual en Colombia y Venezuela, y que significa “que no llena las expectativas que se tenían del objeto o persona de la que se habla”. Santi no fue ni “pinchurro” ni “pichurro” nunca porque desde muy joven dio muestra inequívoca de tratarse de un periodista de fino olfato para captar la noticia y de buena mano para tratarla y redactarla. No tardando mucho, también evidenciaría absoluta solvencia en el tercer punto de apoyo de la praxis periodística que es saber analizar y comentar la noticia, tanto en fondo como en forma.
Si he sabido utilizar bien el útil buscador virtual de prensa histórica del Ministerio de Cultura, fue a principios de 1972 cuando Santiago Barra se incorporó al cuadro de redacción de “Flores y Abejas”, con poco más de 15 años de edad. Su primera entrega firmada -como Santiago Barra (junior), al llamarse igual que su padre- fue una crónica de deportes, concretamente un partido de fútbol entre el Deportivo Guadalajara y el Acueducto segoviano. Casi todos los que comenzamos de meritorios en el viejo, querido y recordado “Flores” debutábamos con crónicas deportivas. Yo lo hice, seis años después que él, con una del Hogar Alcarreño. El maestro de ambos y de muchos más –Félix Torcal, Ángel Asensio, Fernando Chápuli, Luis Barra,…- fue Salvador Toquero, tío de Santi y director del semanario alcarreño que en 1958 retomó el camino en su segunda etapa, tras cerrar su primera de forma traumática al inicio de la Guerra Civil, 42 años después de su fundación, datada en 1894. Salva, además de ser una persona de excepcionales valores, era el mejor periodista de Guadalajara de su generación, no solo porque escribía como los ángeles, sino porque manejaba muy bien las fuentes de información y, aunque acomodado ideológicamente en el régimen franquista, era muy tolerante y rabiosamente independiente. Con un maestro de tal categoría, lo difícil era no aprender, pero Santi siempre destacó como alumno aventajado, fue su mano derecha y se ganó con creces ocupar el puesto de redactor jefe del periódico para ser después su director cuando Salva dio un paso al lado y él lo debió dar al frente. Bajo la dirección de Barra, el viejo semanario con tan romántica y decimonónica cabecera pasó a llamase “El Decano de Guadalajara”, primero impulsando la modernización de su tecnología de redacción y edición y, después, reconvirtiendo su formato y contenido en revista hasta su triste desaparición en 2011. Corrían entonces -y siguen corriendo- muy malos tiempos para la prensa provincial independiente. Así las cosas, a la desaparecida edición en papel de El Decano solo le sobrevivió su versión digital, también desaparecida no mucho tiempo después. Pero el espíritu inquieto de Santiago y su inquebrantable vocación periodística le llevaron a crear en 2013 Guadalajara Diario, iniciando el nuevo camino y después recorriéndolo durante 8 años y hasta hoy con su primo, Rafael Fernández Barra, un publicitario/comercial con amplio bagaje y muy cuajado, al tiempo que un gran comunicador en ciernes. Para quienes no lo sepan o finjan no saberlo, Santiago Barra no solo ha sido periodista que ha tocado un palo y conocido una empresa periodística, con sus precuelas y sus secuelas, Santi -como consta en su sucinta biografía de los blogs de GD en los que ambos, junto a Juan Pablo Mañueco, compartimos pasión por el periodismo y Guadalajara- ha trabajado en todos los soportes periodísticos: Fue corresponsal de Televisión Española, El País, Radio Nacional de España, Europa Press y diario As y hasta fundó y dirigió Canal 19 Televisión Guadalajara, de solvente pero efímera existencia condicionada por el temprano desinterés del socio mayoritario en seguir invirtiendo en comunicación. Ésta, ciertamente, no es un negocio con los parámetros actuales. Y un dato muy importante y que corona su CV profesional: Santiago fue uno de los principales impulsores de la creación de la Asociación de la Prensa de Guadalajara.
Con 66 años recién cumplidos, en su particular “Ruta 66” -si la de USA lleva del este al oeste y es símbolo de libertad y esperanza, en este caso será un camino que le lleve del trabajo al ocio activo-, en el mismo momento de su jubilación quiero agradecer públicamente a Santiago Barra que, junto a Salva Toquero, fueran mis tutores y mentores, mi hermano mayor y padre periodísticos respectivamente, al tiempo que impagables maestros en el oficio de plumilla. Aprendí más con ellos en la vieja redacción abuhardillada de la calle Francisco Cuesta y en el cuartucho donde hacíamos el cierre de “Flores y Abejas”, en la imprenta De Mingo, que las horas que pasé en esa brutalista mole de hormigón que es la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM, donde me cansé y aburrí al 50 por ciento hasta rendirme.
Termino ya diciendo que Santiago Barra es uno de los grandes periodistas que ha dado Guadalajara a caballo entre los siglos XX y XXI y tiene el mérito de haber sido uno de los primeros profesionales de la provincia que consiguió vivir del periodismo dignamente, aunque de manera bastante menos holgada que si hubiera ejercido la carrera de magisterio, que es la que estudió, pero nunca ejerció. El periodismo es lo que tiene, que es muy vocacional, pero del que solo viven muy bien unos cuantos elegidos, más bien afortunados. Aún recuerdo un chiste que el genial Forges regaló a los estudiantes de la IX promoción de la Facultad de Periodismo de la UCM para que lo vendieran como pegatina con la que recaudar fondos para el viaje de fin de curso: se veía al inefable Mariano, sin su ínclita Concha, al lado de un cartel que decía “Facultad de Parodismo”…
Gracias Santi, por todo lo que has hecho -y vas a seguir haciendo, seguro que sí- por el periodismo y por Guadalajara, y, de manera muy sincera y personal, te agradezco lo mucho que me has enseñado, la confianza y el afecto que siempre depositaste en mi y, especialmente, tu limpia amistad. Seguimos andando el camino juntos con el alma blanca y el corazón carmesí.