De políticos de color verde, no por su grado de lascivia y lujuria –que eso queda para su esfera privada-, sino por la rareza de sus dichos y de sus actos, está el panorama nacional llenito, aunque hay que reconocer que, a poco que abramos las páginas de internacional de cualquier periódico o escuchemos/veamos las noticias de ese ámbito en radio y/o televisión, en el mundo hay cada vez más políticos que convierten en posible lo improbable y en habitual lo excepcional, simplemente porque “ellos lo valen”, como dice el viejo slogan publicitario de una conocida marca de cosméticos. De entre ese tipo de políticos que venden perros verdes como si tal cosa, a destacar el bolivariano y chavista presidente de Venezuela, el exconductor de autobuses Nicolás Maduro que es capaz hasta de afirmar públicamente que un pajarito le sopla al oído frecuentemente cosas y que ese ave es el mismísimo expresidente Chávez reencarnado. ¡Qué quieren que les diga: a mí Chavez siempre me pareció un “pájaro”, pero no precisamente un pajarito…!
Sin dejar Sudamérica, la presidenta de argentina, Cristina Fernández de Kirchner, cuando el bótox que inunda sus labios se lo permite, también larga por su boquita, no precisamente de piñón, algunas cosas que ella cree normales, pero que tienen la misma normalidad que el que un perro, o dos, nazcan de color verde. Por ejemplo, el año pasado atribuyó públicamente a que ella había nacido en el “Año de la Serpiente” del calendario chino el hecho de que Argentina estrechara sus relaciones con el gigante asiático, como si la política y los intereses internacionales tuvieran algo que ver con el horóscopo o el zodiaco. Claro que, peor aún fue lo de intentar cargar la muerte de su marido a un líder sindical argentino, aduciendo que éste le había dado un fuerte disgusto en una discusión que, según ella, precipitó el fallo cardiaco de su queridísimo Néstor quien, y esto sí que es verdad de la buena y sin tinte alguno, dejó dicho en vida que a su muy querida Cristina no había que llevarle problemas “porque se enreda”.
Y aunque las dos crías verdes de podenco hayan nacido en la ribera del Duero, últimamente por donde más perros verdes nos están intentando vender, como si fuera un hecho frecuente y normal, es por el Penedés, el Priorato y demás zonas vitivinícolas, o no, de Cataluña, ese gran país español que lo es desde el mismo nacimiento de España que, a su vez, es uno de los Estados más antiguos de Europa y aún del mundo. El problema es que la historia se escriba y, sobre todo, se cuente y se enseñe a la medida de los intereses del nacionalismo radical, que es la idea política más casposa, trasnochada, insolidaria, injusta y, a veces, hasta indecente que puede uno apoyar y defender pues parte de un principio absolutamente antidemocrático y antiético que es el de la diferenciación entre el ser humano por su origen regional y, lo que es peor aún, por lo que tiene y por lo que paga y recibe del Estado. Con esta interesadísima visión, los nacionalistas radicales –que lo son casi todos, unos en acto y otros en potencia, como diría Aristóteles-, apuestan por su separación de aquellos que viven en unos sitios más pobres y de los que la gente, por cierto, tuvo que emigrar masivamente en busca de otros de mayor fortuna, principalmente Cataluña, precisamente para ayudarles a ser aún más ricos y diferentes, pero no de nación, sino de bolsillo. Igual que el infausto Carod-Rovira pidió en su día a los del 15 M que se “mearan” en España, yo me cisco en quien piensa y dice que “España nos roba”, porque si quieren conocer la España a la que le robaron hasta los hombres, no hace falta que se vayan muy lejos, basta con que se den una vuelta por la meseta castellana y verán pueblos y tierras llenas de la soledad de gentes que se vieron obligadas a emigrar.
El nacionalismo moderado catalán que representaba CiU, y que durante muchos años fue posibilista y pragmático y colaboró, ciertamente, en la gobernabilidad de España, en realidad era un lobo disfrazado de cordero, o un perro verde tintado de común para no llamar la atención en la camada, que cada vez que apuntalaba un gobierno, bien de la UCD, bien del PSOE o bien del PP, iba socavando al Estado recursos y competencias, especialmente las de educación. Así las cosas, bien aleccionadas las nuevas generaciones en los “col.legis”, comido el coco descaradamente al personal en los medios de comunicación, laminado y zaherido todo lo español y llegado un momento de debilidad extrema de España por la grave crisis en la que estamos inmersa, el nacionalismo radical catalán –como decía antes, todo él ya lo es, o casi- lejos de arrimar el hombro y ser solidario con el resto de las regiones españolas, ha sacado los pies de las alforjas y cuestionado y atacado agresiva y activamente la integridad de España, justo cuando más nos necesitamos unos a otros. Y lo peor de todo es que en pos del fin del independentismo les importa a los independentistas un bledo los medios para llegar a él, dejando el famoso “seny” catalán aparcado en la cuneta y cayendo en unas estrategias más cercanas a las de los talibanes que a las de los almogávares.
Por mucho que el señor Mas se esfuerce en hacer y decir lo que le conviene a Oriol Junqueras y al nacionalismo de izquierdas catalán –por cierto, yo creía que en las bases ideológicas de la izquierda estaba el internacionalismo, no lo contrario, pero los perros verdes maman en las camadas que se dejan-, Cataluña tiene más pasado y presente común con España que futuro fuera de ella y, por ende, de Europa.