Desde ayer, jueves, 16, y hasta el próximo domingo –por cierto, festividad de Pentecostés, una fecha muy señalada en el calendario de fiestas tradicionales de la provincia, destacando entre ellas La Caballada, de Atienza-, se celebra en el Parque de la Concordia la Feria del Libro de la Guadalajara castellana, que no tiene la fama internacional de la que goza la de la Guadalajara de Jalisco –la conocida FIL, a la que acuden más de 1600 editoriales de más de 40 países-, pero que va haciendo camino al andar. De hecho, esta Feria alcarreña se ha convertido en una cita esperada y estimada para libreros, bibliófilos y gentes de aquí de la lectura y la escritura en general –entre los que proclamo estar- que, aún a pesar de la tendencia imparable del mercado hacia los libros electrónicos –los llamados e-books-, aún seguimos estimando el libro convencional, impreso en papel, espero y deseo que por muchos años, fundamentalmente por el bien de escritores, libreros, personal de artes gráficas y demás oficios y empresas auxiliares de la industria del libro clásico.
Es algo incontestable que los libros virtuales tienen, entre otras, las virtudes de la liviandad, la comodidad, la accesibilidad y la utilidad, pero es obvio que adolecen, al menos, de peso específico, referencia y presencia. Y hasta de la nada desdeñosa posibilidad de ser apilables y ocupar un espacio en los anaqueles y las baldas de muchos muebles y de no pocas casas en las que los libros se limitan a ocupar un espacio y son meros elementos del paisaje doméstico, pero que jamás han sido leídos, que es para lo que de verdad nacen los libros, como los ríos para terminar dando a la mar, que es el morir, como dijo el gran poeta Jorge Manrique en una de las “Coplas a la muerte de su padre”.
Y hablando de poetas, mucho me alegra, por ser justo y oportuno, que en las actividades paralelas y complementarias de la Feria del Libro alcarreña de este año, y dentro del festival de poesía de “Arriversos”, como su primera actividad en esta edición ferial se programara para ayer, jueves, un homenaje-recuerdo a Fernando Borlán, alcarreño de Galleguillos de Campos (León) –los buenos poetas nacen donde quieren y son de todas partes-, recordado y estimado profesor de Literatura del Instituto Brianda de Mendoza, maestro de verdad y amigo de sus alumnos, y poeta de muy alto nivel que nos dejó versos de la calidad de éstos que a continuación reproduzco, recogidos en “Taberna de humo y sueño”, su poemario de madurez y de estar de vuelta ya en la vida:
(…)Desde la oscuridad intermitente
voy desgranando el corazón a solas,
escuchando
el rastreo
de tus pisadas por baldosas frías.
En las hojas caídas del otoño
apenas se vislumbran los senderos
y hay que inventarlos bajo las estrellas (…)
Aunque cuando escribo este post marcea en mayo, o sea, hay frío, lluvia y viento, tres elementos que suelen condicionar negativamente el éxito de cualquier feria, espero que los meteoros den una tregua suficiente el fin de semana como para que la gente pueda pasear por la Concordia y comprar algún libro… para después leerlo. Termino parafraseando a Luis Eduardo Aute y tuneando su “Más cine, por favor”, para reivindicar un “Más libros, por favor”:
¡Libros, libros, libros, libros…
más libros, por favor,
que no todo en la vida son libros,
pero los libros, sueños son!