Mensaje de una Botella

            Como diría mi compañero y, sin embargo, amigo, José Luis Muñoz, director de COPE Guadalajara, COPE Sigüenza y Popular TV, mi post de esta semana podría titularse “Message in a bottle” (Mensaje en una botella), como la canción de The Police, el grupo liderado por el gran Sting, considerado como uno de los referentes de la “new wave”, la nueva ola del pop-rock británico de los años ochenta del siglo pasado -¡jo, qué viejos somos ya los que éramos jóvenes entonces…!-. Para ser exactos, el mensaje, más que estar en una botella, así, con minúscula, procede de una Botella, con mayúscula; concretamente de Ana Botella, la alcaldesa que “heredó” el Ayuntamiento de Madrid cuando Alberto Ruiz Gallardón dejó el antiguo Palacio de Correos, junto a la merengue diosa Cibeles -donde él mismo quiso ubicar, y ubicó, la sede de la alcaldía de la capital porque la Casa de la Villa, era sólo eso, casa, pero no palacio- para trasladarse al antiguo Palacio de la Marquesa de Sonora, en la calle San Bernardo, sede principal del Ministerio de Justicia, del que el exalcalde madrileño es titular desde hace 14 meses.

Y es que el mensaje de Botella, de Ana Botella, al que me refería en el párrafo anterior, no tiene desperdicio y está mereciendo muchísimos comentarios, a los que, modestamente, se va a sumar el mío; ahí va el mensaje de Botella pues: “el kilo de político está muy barato”. Es evidente que la significación que la alcaldesa madrileña ha querido dar a estas contundentes y mediáticas palabras, no es otro que llamar la atención sobre la dura, abundante y continua crítica de la que, de un tiempo a esta parte, es objeto la clase política en la calle y que, obviamente, tiene su reflejo, como no podía ser de otra manera, en los medios de comunicación; o viceversa, porque esa valoración, cada vez más negativa que el ciudadano de a pie hace de la clase política, se aviva y azuza especialmente en los medios de comunicación, cuando éstos informan –y comentan y opinan, como es su derecho y su deber- de los numerosos casos de corrupción y escándalo en los que están inmersos políticos.

Basta echar un vistazo a la prensa de los últimos días –y, lamentablemente, de las últimas semanas, y de los últimos meses, y de los últimos años…-, para colegir una respuesta fácil a la pregunta de por qué los españoles consideran a los políticos como el segundo problema del país, detrás de la pertinaz crisis que lleva asolándonos desde que Zapatero aseguró, hace ya cinco años, que no había tal crisis –como Supertramp, miró para otro lado y dijo: “Crisis… What crisis?”-, sino que era una “simple desaceleración”… Estos son algunos de esos titulares de prensa a los que hacía referencia:

– Torres-Dulce aboga por que el ‘caso Bárcenas’ vaya separado de Gürtel (El Mundo)

– Barcina justifica que ella y su antecesor cobraran de la CAN cuantiosas dietas por cada dos horas de reunión (Público.es)

– Dos empresarios confirman que Gürtel pagó cuatro fiestas en casa de Ana Mato (El País)

– Rubalcaba aparca la publicación de su IRPF  hasta pactar con el PP (ABC)

– José Blanco admite que Interior pagó 100.000 euros de su chalé (Libertad Digital)

Estos son tan sólo cinco ejemplos de algunos de los titulares recogidos en distintos medios de la prensa digital de hoy; y no son los más gruesos ni los más espectaculares con los que nos hemos desayunado últimamente pues, hasta el mismísimo Rey, su familia y su Casa, son frecuente noticia por comportamientos “no precisamente ejemplares”, viéndose comprometida así hasta la institución monárquica que, constitucionalmente, es la principal garante de la estabilidad del Estado social y democrático de derecho en el que vivimos, en gran medida gracias al Rey y a su ejemplar conducción de la llamada Transición. ¡Vuelva por donde solía, Majestad, que algunos que tiene a su lado están haciendo más por el advenimiento de la III República que Cayo Lara y Joan Tardá!

Concluyendo que es gerundio y ya va siendo hora: Señora Botella, doña Ana: cómo no va a estar “barato el kilo de político” si además de los continuos y graves escándalos en los que aparecen implicados políticos, la gente cada vez lo pasa peor porque, lejos de darse solución a los graves problemas que aquejan España, cada día surge uno nuevo, por no decir dos o tres. O más, como diría el mismísimo Rajoy.

O la clase política se regenera y vuelve a ser útil y fiable para los ciudadanos y el actual sistema político de partidos se lo hace mirar y camina hacia la transparencia y la democracia internas, al tiempo que huye del sectarismo y la endogamia, o cada vez vamos a ser más los españoles que nos indignemos hasta con los “indignados”.

 

 

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