Hita: 53 años de FestiVAL MedieVAL

            Fiel a su cita desde hace ya 53 años, el primer finde de julio se celebró el Festival Medieval de Hita, una de las dos fiestas, de las muchas que hay en esta festera provincia, que están declaradas “De Interés Turístico Nacional”, junto con “La Caballada”, de Atienza. Al respecto de esta calificación, cabe señalar que cuando en 1980 se declararon las primeras diecinueve fiestas “De Interés Turístico Nacional” –entre 1965 y 1979 sólo existía la declaración de “Fiestas de interés turístico”, sin el apellido de “nacionales”, que se incorporó en el 80 para distinguirlas de las de interés “regional”, al concederse a las comunidades autónomas, desde ese año, la competencia para realizar dicha declaración-, tanto la de Hita como la de Atienza ya formaban parte de esa primigenia y privilegiada relación que, con el paso de los años, ha llegado a extenderse hasta las 127 citas festivas que, en la actualidad, merecen el título de ser “De Interés Turístico Nacional”. Como curiosidad y como referencia, significar que las últimas fiestas que se han declarado “De Interés Turístico Nacional”, en los dos últimos años, han sido las siguientes:

–          La Pasión Viviente, de Castrourdiales (Cantabria)

–          La Semana Santa, de Burgos

–          Las Jornadas Medievales, de Briones (La Rioja)

–          La Fiesta del Pulpo, de O Carballiño (Orense)

–          El Anunci y el Sexenni, de Morella (Castellón)

–          Los Moros y Cristianos, de Murcia

–          La Fiesta del Marisco, de O Grove (Pontevedra)

–          La Feria de Todos los Santos, de Cocentaina (Alicante)

–          La Fiesta del Orujo, de Potes (Cantabria)

criado El Festival Medieval de Hita se celebró por primera vez en los albores del verano de 1961 y su creador, impulsor, director y “alma mater” fue, desde esa pionera edición, el filólogo Manuel Criado de Val, quien conocía desde bien niño ese paisaje tan personal y contundente que conforman el cerro testigo de Hita y el llano que lo rodea pues, aunque él había nacido en Madrid, su padre era de Rebollosa de Hita, un pequeño pueblo que, a pesar de llevar el apellido hiteño, administrativamente depende de Torija, municipio del que forma parte como barrio anexionado.

Criado de Val propició el nacimiento del Festival de Hita al promover la representación en esta localidad castellana de acusado sabor medieval, y villa del más famoso Arcipreste español, Juan Ruiz, precisamente una obra suya, titulada “Doña Endrina”, que estaba inspirada en el “Libro de Buen Amor” y que había sido estrenada, justo un año antes, en el Teatro “María Guerrero”, de Madrid. La lógica de aquella elección de Criado de Val es absolutamente aplastante: representar en la misma villa de Hita una pieza teatral inspirada en la obra culmen de su gran Arcipreste; es decir, llevó la figura a su propio paisaje, poniendo así las cosas en su sitio, algo que, lamentablemente, no siempre ocurre en nuestra, a pesar de los pesares, muy querida España, que fue, que es y que debe seguir siendo, aunque algunos se empeñen en justo lo contrario, en negarle el pasado, complicándole el ya de por sí difícil presente y tratándole de negar el futuro.

Como decíamos, el Festival Medieval de Hita nació en el inicio de la década de los años sesenta del siglo XX, en una España que aún se lamía las heridas de su entonces todavía reciente Guerra Civil, especialmente en lugares como Hita, que habían quedado literal y materialmente arrasados en la contienda, debiendo ser reconstruidos de sus ruinas por un organismo que se creó expresamente a tal efecto y que se denominaba “Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones”. Gracias al empeño y el trabajo de Criado de Val, el Festival Medieval de Hita pronto alcanzó notoriedad pública como evento cultural y festivo singular, hasta merecer formar parte de los llamados “Festivales de España”, que en verano recorrían todo el país y cuya marca era sinónimo de calidad artística, y, como ya hemos comentado, ser una de las primeras fiestas españolas declaradas “De Interés Turístico”. Si el Festival de Hita nació siendo, fundamentalmente, una representación de teatro medieval, de hecho se publicitaba como “Teatro Medieval de Hita”, cada edición fue sumando nuevos contenidos hasta conformarse, realmente, en una completa propuesta multidisciplinar: Música –a destacar la aportación en este ámbito del gran Cristobal Halffter-, danza y poesía medievales, alardes de botargas –las tres primeras que acudieron a Hita fueron las de Retiendas, Beleña y Majaelrayo- y otros enmascarados, no sólo de la provincia, comidas con menús de sonoras viandas –como los archinombrados “fígados de cabrón con ruibarbo”-, torneos medievales en el palenque –compuestos por justas a caballo, combates a pie y vistosas pruebas de estafermos, bohordos, sortijas, etc.-, mercadillos artesanales y, por supuesto, corridas de toros, que durante años fueron el “plato fuerte” del festival, junto con el teatro. Todas estas actividades terminaron por conformar un atractivo programa que, más de medio siglo después de nacer, aún mantiene un importante poder de convocatoria y de notoriedad y conocimiento públicos, no sólo a nivel provincial, que deben ser cuidados como oro en paño porque a Guadalajara le cuesta mucho hacerse notar fuera para bien.

            No quiero, porque no debo, terminar este post sin hacer una referencia expresa, no por razones de amistad sino de estricta justicia, a mi hermano del alma Javier Borobia, pues gracias a él, cuando el Festival Medieval de Hita pasó por una evidente crisis, a finales de los años 80 y principios de los 90, fundamentalmente por cuestiones económicas, no sólo se mantuvo, sino que se impulsó, merced a su inteligente labor para sumar voluntades y esfuerzos personales y colectivos al festival, empezando por una mayor implicación y participación de los habitantes de la propia Hita en él, y la colaboración altruista y desinteresada de asociaciones como “Arcipreste de Hita”, “Antorcha”, “Teatro Joven de Brihuega” y “Gentes de Guadalajara”, supliendo solventemente con sus actores, figurantes, técnicos y productores aficionados a los profesionales que les precedieron en ediciones anteriores, muchos de renombre y algunos hasta bien pagados, como Carlos Ballesteros, José Sacristán, Carmen Maura, José Carabias, Juan José Otegui, etc.

¡Larga vida a Hita y a su Festival Medieval!

 

 

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