El grafitero homófobo

Hace ya mucho tiempo que un grafitero que odia al superhéroe murciélago por excelencia, Batman, dejó su homófoba huella en la parte trasera de un edificio que da al antiguo lavadero de la Alaminilla, junto al puentecillo que vierte sus aguas al parque lineal del Barranco y cerca ya de los históricos puente de las Infantas y torreón del Alamín: “Batman maricón”, proclama la pintada que lleva allí puesta unos cuantos años sin que nadie la limpie, ni los vecinos del inmueble pintarrajeado ni los servicios de limpieza municipales. No es, ni mucho menos, la única pintada que hay en la ciudad y lleva ya tanto tiempo hecha que ha pasado a formar parte del paisaje urbano.  Es, sin duda, una de las más curiosas que he visto y más me han llamado la atención por su sorprendente imbecilidad en fondo y forma.

Si se fijan bien en la fotografía que acompaña este artículo, debajo del grafiti, en pequeño, aparece un texto que dice: “Sup Mod”. Entiendo que lo que quiere decir es que esa imprecación a Batman la suscriben los fans de Superman, el héroe de comic y de película también conocido como «El Hombre de Acero», «El Hombre del Mañana» o «El Último Hijo de Krypton». Incluso es llamado «El gran boy scout azul» por el color de su atuendo y por la solidaria filantropía a lo Baden Powell -el fundador de los scouts- con la que comparece allá donde hay alguien a quien salvar o algún malhechor al que poner en su sitio. Es todo un contrasentido que los fans más ultras de Superman sean tan desconsiderados y faltones con Batman. Seguramente, su propio superhéroe, si no fuera porque es hijo de la mente calenturienta de Siegel y de la hábil mano de Shuster, pero no -ilusos- de la kryptonita, hubiera aparecido volando mientras hacían la pintada llamando maricón a Batman para reconvenirles por tan impropio y feo acto e, incluso, para darles un superpapo -la versión super del sopapo-, que bien merecido se lo tenían. No está bien llamar maricón a nadie con ánimo de insulto, como es evidente que lo hay en esta pintada alaminera, pero aún es de peor gusto llamárselo a un superhéroe de ficción como Batman que, si mal no recuerdo de cuando yo moceaba con los comics, más bien era un tanto narcisista y mujeriego. Cuando la farra y la pitanza eran regadas con vino y chanza -¡toma pareado!-, decía a sus amigos un notable poeta de Guadalajara, de cuyo nombre no debo acordarme: “¡No me llaméis “marica”; llamadme “maricón” que suena a bóveda!”. No creo que los faltones fans de Superman hayan caído en que suena a bóveda lo de maricón para llamárselo a Batman, simplemente querían insultarle porque estamos en tiempos  de banderías maximalistas, incluso en el mundo virtual de los superhéroes, lo que ya es de nota. Por cierto, yo creía que Batman, lejos de ser un enemigo de Superman como Lex Luthor, era un aliado de Superman, junto a la Mujer Maravilla, Flash Aquaman, Linterna Verde, Flecha Verde, Cyborg, Gemelos Fantásticos, Shazam, Hombre Halcón, Detective Marciano, Superboy, Supergirl, Jimmy Olsen, Krypto o el Superperro. Algo me he debido perder en el mundo de los superhéroes para que Superman y Batman estén ahora en bandos contrarios. Imagino que también habrá política en ese “supermundo” virtual y ya se sabe que “la política hace extraños compañeros de cama” (como dicen que dijeron Churchill, Groucho Marx y Fraga, tres personajes de difícil compactación) y que la culpa de muchos divorcios la tienen las propias camas… Dejémoslo ahí.

La pintada homófoba del lavadero del Alamín lleva ya tanto allí que le ha dado tiempo a mutar, me explico: cuando la vi por primera vez, hace ya tres o cuatro años porque fue antes de la pandemia, la firmaban los “Superman supporters”, o sea, los aficionados, los forofos, los fans de Superman. Curiosamente, alguien borró esa parte de la pintada y se quedó solo el insulto homófobo a Batman, aunque firmado por ese misterioso “Sup Mod” que yo he interpretado que es una abreviatura de lo de “supporters” o una variante de su apelativo. El caso es que los “supermaners” de Guada o, al menos, uno de ellos que también es grafitero, además de ensuciar paredes en entornos de valor histórico-artístico y social, son unos insultones que, para poner en valor a su héroe, intentan hacer de menos a otro. Y, por cierto, si se fijan de nuevo en la foto, igualmente aparece en una esquina una huella de tela de araña como si los fans de Spiderman también hubieran rondado por allí. ¿Estamos ante una “guerra civil” entre aficionados a los superhéroes? No creo que llegue a tanto la cosa, lo que sí pienso es que, cuando tras las pintadas no hay arte -que lo hay y muy bueno en algunas de ellas, Bansky es el ejemplo proverbial, pero por aquí también tenemos a Rector, Zharsone, Juan Carlos Fernández y otros-, lo que hay es suciedad, mal gusto y hasta vandalismo… y otros ismos que nada tienen que ver con los movimientos literarios y artísticos que siguieron a los “ismos” -modernismo, cubismo, surrealismo…- del primer tercio del siglo XX. Limpien la pintada homófoba del Alamín, por favor, que ese “Batman maricón” ni lo ha pintado un artista ni un poeta ni suena a bóveda.

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